Durante 1994, en sólo cién días, murieron 800.000 personas, según datos de la ONU. La masacre redujo la población entre un 20% y 40%. Por entonces, Ruanda era el país más densamente poblado de África con siete millones de habitantes.
Ruanda, un país que ha vivido durante veinte años uno de los peores genocidios de la historia, se las arregló para superar el estigma con un régimen implacable con la disidencia y las libertades individuales, pero logrando un gran crecimiento económico durante los últimos veinte años.
El origen de la masacre
La muerte del presidente ruandés Juvenal Habyarimana el 6 de abril de 1994, cuando el avión en que viajaba fue derribado justo antes de aterrizar en el aeropuerto de Kigali, fue el inicio la masacre de los radicales hutus matando a un 70% de la población tutsi del país.
Paul Kagame se hace con el poder
Después del genocidio, que también mató a varios hutus moderados, el Frente Patriótico Ruandés (FPR), milicias en ese momento lideraba el actual presidente, Paul Kagame, tomó el control del país. Una investigación francesa, en 2006, le culpó por la muerte de Habyarimana, aunque él siempre ha negado el crimen. Para unos Kagame es un represor autoritario, para otros, es un "Salvador" que estabilizó el país y logró cicatrizar una herida tan profunda y sangrienta.
La nueva identidad de Ruanda
El presidente, un tutsi refugiado que creció en Uganda, es el creador de la nueva identidad de Ruanda forjada en las últimas dos décadas en pilares jurídicos, judiciales y culturales que consigue momentáneamente y de forma frágil a las etnias enemigas.
49 personas condenadas por genocidio
La Comisión para la Unión y Reconciliación Nacional institucionalizó la amnistía, mientras que los tribunales tradicionales conocidos como "Gacaca" realizaron hasta 2012 más de un millón juicios contra los acusados de cometer todo tipo de delitos. Para juzgar a los genocidas responsables principales de la masacre, la ONU creó el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, con sede en Arusha (Tanzania), que procesó a 92 personas de genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad y condenó a 49.
Crecimiento económico
El régimen de Kagame, en el poder desde 2000, promovió la transición de un modelo agrario a otro basado en el sector servicios y la economía de mercado. "Ruanda ha tenido un proceso de desarrollo impresionante desde el genocidio y la guerra civil de 1994", dijo el Banco Mundial en su último informe sobre el país que, entre 2001 y 2012, creció un 8,1% anual y ha reducido la pobreza en un 14%, además de reducir la desigualdades sociales.
La libertad de expresión en entredicho
La economía de Ruanda es sólida, algo excepcional en la región de los Grandes Lagos, los servicios públicos son las fortalezas de Kagame ante la comunidad internacional, que rara vez recuerda las sombras de su mandato en materia de derechos humanos. Según organizaciones como Human Rights Watch (HRW) y Amnistía Internacional, el Gobierno amordaza la libertad de expresión y de asociación, bloquea los partidos de la oposición, persigue y espía a la sociedad civil y amenaza a sus críticos.
La oposición en la cárcel
El RPF ganó las elecciones parlamentarias celebradas en septiembre con el 76% de los votos, en la que todos los partidos que concurrían apoyaban abiertamente la figura de Kagame. El líder dominó con facilidad la campaña, donde algunos de los principales líderes de la oposición fueron encarcelados, entre ellos el hutu Victoire Ingabire, de las Fuerzas Democráticas Unidas (FDU) acusado de terrorismo y de "negación del genocidio".
Atentados contra los disidentes políticos
Los disidentes políticos son las principales víctimas de un sistema cuyos tentáculos van más allá de las fronteras de Ruanda. En enero, el ex jefe de inteligencia de Ruanda, Patrick Karegeya, fue estrangulado en un hotel en Johannesburgo. También en Sudáfrica, en marzo, un ex jefe del ejército ruandés sobrevivió a un tercer intento de asesinato. Meses antes, varios exiliados en Uganda fueron secuestrados en extrañas circunstancias.
El genocidio más allá de las fronteras de Ruanda
La sombra del genocidio de 1994 también llegó a la República Democrática del Congo, que desde hace décadas vive un enquistado conflicto con Ruanda al este del país y fue refugio de los hutus que abandonaron Ruanda cuando el FPR llegó a la capital Kigali. Desde entonces, el gobierno tutsi de Kagame ha intentado forzar la salida de los grupos hutu, según algunos analistas.
Ruanda y la República Democrática del Congo: un largo conflicto
Las acusaciones a Ruanda de apoyar militarmente al grupo rebelde tutsi M23 en la República Democrática del Congo han sido respaldadas por organizaciones internacionales y llevado a algunos países a retirar la ayuda al país, si bien el régimen ruandés había negado por activa y por pasiva el apoyo a los insurgentes.
A pesar de estas tensiones latentes , Ruanda recuerda oficialmente en estos días, el 20 º aniversario del genocidio. El seis de abril de 2014, una vigilia nocturna en el estadio Amahoro de Kigali, que dio refugio a 12.000 tutsis durante la masacre, recordaba aquellos hechos.
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