El Rey belga convirtió el Congo en su finca privada, sometió a sus habitantes a una explotación inhumana y perpetró un genocidio que acabó con la vida de cinco millones de congoleños.
La maldad y falta de escrúpulos de Leopoldo II están a la altura de las de otros tiranos más célebres como Hitler o Stalin. Sólo el hecho de pertenecer a un país pequeño como Bélgica le ha librado de ocupar un puesto de mayor relevancia en la historia oscura de la humanidad, pero no será por falta de méritos.
La cara más siniestra del colonialismo europeo
Su figura representa a la perfección la cara más siniestra del colonialismo europeo: fue el mayor expoliador de las riquezas del Congo, pese a que jamás puso un pie en ese territorio, pero sabía de sus inmensos recursos y desde Bruselas lo organizó todo para convertirlo en su finca privada.