En el corazón de Filipinas se alzan 1.776 montículos casi idénticos. Podría ser una huevera interminable. O la plasmación de las montañas de un dibujo infantil. Su nombre (Chocolate Hills) se deriva del color marrón que cobran en la estación seca.
Sin embargo, la mayor parte del año son de un verde intenso. Desde lo alto de una de ellas, el paisaje es casi irreal. Los montículos se pierden en el horizonte a lo largo de un giro de 360 grados.
Emplazadas en la isla de Bohol, del archipiélago de las Visayas, en el corazón de Filipinas, las Colinas de Chocolate componen una de esas raras formaciones geológicas que crean paisajes de leyenda.