Carlos Lehder fue un capo del narcotráfico peculiar,
con un perfil totalmente distinto al resto de sus compañeros del Cartel de Medellín.
Quizás una de las causas
principales de esta diferencia fuera el hecho de haber residido en los Estados Unidos durante su juventud,
en plena efervescencia del movimiento contra-cultural hippie. Un mundo,
totalmente distinto al que se respiraba por aquellos días en su país de origen,
Colombia.
Carlos Lehder
era un visionario para unos, y un loco para otros. Admirador de
personajes tan dispares como Adolf Hitler, o John Lennon, “bebió”, entre otros,
de sus palabras para confeccionar y
plasmar su delirante ideología en el llamado "Movimiento Latino Nacional", un
partido político que él mismo creó y que luchaba contra la extradición de
ciudadanos latinoamericanos a cárceles estadounidenses.
Pionero en la distribución y transporte de cocaína, su
poder económico fue tal, que llegó incluso a comprar una isla en las Bahamas desde donde salía el
75% de la droga que se consumía en Estados Unidos.
Lehder fue el primer capo entre los capos hasta que las ansias por conseguir, no solo
poder económico sino también poder político, desataron una inusitada violencia liderada por sus compañeros más peligrosos del
cartel de Medellín, Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha “el Mexicano”, lo que convirtió a Colombia durante los años
80 en un territorio sin ley.
Su nacimiento
Carlos Enrique Lehder Rivas nació en Armenia, una
ciudad de medio millón de habitantes del Departamento del Quindío, Colombia, en
septiembre de 1949.
Era el hijo menor de Helena Rivas, perteneciente a una
próspera familia de joyeros de la localidad de Manizales, y de Joseph Wilhelm Lehder,
un ingeniero y constructor alemán que llegó a Armenia en los años 20 y creó el
primer hotel de lujo de la zona llamado “La Pensión alemana”.
Allí, se llegaron a alojar numerosas personalidades
colombianas ilustres así como muchos compatriotas suyos que visitaban la
región. Joseph también construyó
diversas edificaciones emblemáticas que incluso sobrevivieron al tremendo
terremoto ocurrido en 1999 y fue el responsable, además, de traer a la región
en los años 40 los primeros ascensores alemanes por un precio de 1.800 pesos cada uno.
Su infancia y adolescencia
Carlos Lehder vivió los primeros años de su vida junto
a sus padres y hermanos en una hacienda junto al Aeropuerto de El Edén de
Armenia donde muy probablemente comenzó su afición por la aviación, la cual,
marcaría años después su destino.
A los quince años, tras el divorcio de sus padres,
Carlos se marchó a Estados Unidos con su madre donde vivió en varias ciudades
como Detroit para establecerse definitivamente en Nueva York.
Lehder abandonaría pronto los estudios y se dedicó a
negocios poco recomendables como el robo y el contrabando de coches. También
comenzaría su afición a la lectura leyendo libros de Herman Hesse, Maquiavelo o
Adolf Hitler, al cual admiraba y consideraba un incomprendido.
Un perfil distinto
Sin duda, su marcha a Estados Unidos, hizo de Lehder
un personaje diferente al perfil de sus futuros compañeros del Cartel de
Medellín, del cual fue su principal precursor.
“Crecí en los barrios de Nueva York, bajo la administración Nixon, en
plena guerra del Vietnam; en un tiempo en el que John Lennon cantaba y
expresaba, no solamente música sino también una filosofía y un modo de ver la
vida. Era la época del movimiento hippie, la era de encontrarse a sí mismo, por
tanto yo no era el típico colombiano de origen campesino sino un colombiano que
creció en la cuna del imperialismo” declaró
Lehder en una entrevista en el año 1984.
Su primer negocio
El contrabando y robo de vehículos fue el primer
“negocio” de Lehder. Sus coches llegaban desde Estados Unidos a Medellín donde
uno de sus hermanos poseía un próspero negocio dedicado a la venta de los
mismos.
Asimismo, en Estados Unidos tomó clases y culminó su
afición por la aviación convirtiéndose en un piloto muy experto, gran conocedor de la geografía de la costa
este estadounidense y de sus rutas aéreas principales. Lehder utilizaría años
más tarde sus conocimientos para enviar toneladas de cocaína a Norteamérica.
Su primera detención
A Lehder le fue muy bien con su “negocio” de coches
hasta 1974, cuando contaba con 24 años fue detenido y enviado a la Prisión de
Danbury en Connecticut acusado de conducir un coche robado y estar en posesión
de un cantidad considerable de marihuana lista para su distribución a pequeña
escala.
"Yo era un hippie;
fumaba, como es lógico; era un aventurero pero no era ningún traficante. En esa
cárcel éramos encadenados como perros. Era terrible ver a más de 500 colombianos
presos por el imperialismo, gente que nunca había estado allí, que llegaba
ilusionada con conseguir trabajo, o que alguien los había mandado con droga ".
El negocio de la cocaína
Fue allí, en la cárcel donde entabló relación con
otros reclusos, algunos de ellos fueron fundamentales para el devenir de su
carrera delictiva. Especial fue su relación con su compañero de celda, el
estadounidense George Jung – personaje llevado a la gran pantalla por Johnny
Deep en la película ‘Blow’-. Jung era un traficante de marihuana con el que diseñaría
un plan innovador para introducirse en el incipiente negocio del tráfico de cocaína.
Tras cumplir una condena de 20 meses, Lehder fue deportado a Colombia.
El ocaso de la marihuana
En aquellos días y desde mediados de los 60, el
tráfico de marihuana con destino a Estados Unidos se hacía cada vez mayor.
Traficantes como George Jung arribaban a zonas costeras del Caribe que, a
menudo, eran asaltadas por criminales que habitaban aquellas áreas. Esto
conllevaría un cambio de rumbo en el negocio; ya no sería pilotos
norteamericanos los que iban a buscar la carga, serían los propios
latinoamericanos quienes deberían ingeniárselas para llevar el producto a su
destino.
El tráfico de marihuana fue próspero durante más de
una década hasta que comenzó a ser habitual el cultivo doméstico y, sobre todo,
cuando una droga mucho más rentable hizo acto de aparición: la cocaína.
El cartel de Medellín
Carlos Lehder se inició en el narcotráfico a gran
escala justo en plena transición del tráfico de marihuana al de cocaína. Esta
“evolución” multiplicó los beneficios de aquellos, que como él, se iniciaron en
este nuevo y lucrativo negocio.
En ese momento, en Colombia comenzaron a surgir
estructuras mafiosas formadas por personajes que abandonaron otras actividades
delictivas o, incluso, negocios totalmente lícitos para dedicarse
exclusivamente al tráfico de cocaína. Una de estas estructuras u organizaciones mafiosas más representativas
era el cartel de Medellín fundado por Pablo Escobar, los hermanos Ochoa y
Gonzalo Rodriguez Gacha “El Mexicano”, con quienes Lehder haría negocios en
repetidas ocasiones.
Estos personajes fueron conocidos popularmente en las
calles de Medellín como “Los mágicos”, calificativo para definir a aquellos
que, de la noche a la mañana, amasaron una enorme fortuna cambiando una vida
humilde por otra llena de lujo y poder.
Algunos analistas han asegurado que, entre 1978 y
1982, más de 100 toneladas de cocaína entraron en Estados Unidos y más de un 80%
provenía del cartel de Medellín.
El problema de la distribución
Fue el propio cartel de Medellín quien industrializó
el negocio controlando la producción y su fabricación. Sin embargo, la
distribución se estaba convirtiendo en un problema ya que apenas se podía
cubrir un tercio de la demanda. Se enviaba a gente con cocaína en sus
estómagos, en maletas de doble fondo pero estas argucias conllevaban mucho
riesgo. Era urgente buscar otras maneras de llevar la cocaína de una forma más
efectiva y masiva.
El problema de la distribución fue solucionado por
Lehder, que, pese a que los demás narcos colombianos le tenían como un
personaje estrafalario con ideas delirantes, siempre le estuvieron agradecidos
por subsanar este problema y, en consecuencia, reportarles pingües
beneficios. En ese momento, el Cartel de
Medellín comenzó a ser una verdadera máquina de hacer dinero.
Norman’s Kay: la isla de la cocaína
Lehder, tras coordinar múltiples envíos en maletas de
doble fondo con su socio y compañero de prisión George Jung y vender varias
aeronaves a unos traficantes de marihuana colombianos, reunió el dinero
suficiente para adquirir un pequeño islote en las Bahamas llamado Norman’ Kay que
debe su nombre a un pirata inglés del siglo XVI y sirvió de refugio, primero a
traficantes de ron, luego de marihuana y finalmente, con la llegada de Lehder,
de cocaína.
La compra del islote era un sueño que Lehder fue
fraguando desde sus tiempos en la cárcel y planeaba usarlo como punto
intermedio para el transporte de cocaína hacia el norte. 10.000 dólares por
kilo era la comisión que Lehder cobraba a sus amigos del Cartel de Medellín por
contratar sus servicios de forma habitual.
Al poco de adquirir la islote comenzó a presionar a
sus multimillonarios vecinos para que se marcharan ofreciendo ofertas
millonarias por sus propiedades hasta que consiguió finalmente hacerse con el
control de total de Norman’s Kay.
Allí, en las Bahamas entra en contacto con Robert
Vesco, conocido estafador buscado por la justicia norteamericana, el cual, le
pone en contacto con miembros destacados del gobierno de Bahamas que le
permiten, en connivencia con el propio presidente, Linden O. Pindling, realizar
las acciones de embarque y desembarque de cocaína sin ningún tipo de problemas.
El fin de Norman’s Kay
Durante este tiempo, Lehder fue un personaje admirado
entre los propios narcotraficantes colombianos. Todos querían enviar su
mercancía a través de él y siempre hubo un sentimiento de agradecimiento por
haber encontrado una forma de ampliar el negocio.
Sin embargo, un entramado de este calibre no podía
pasar desapercibido mucho tiempo y en 1982 la isla fue abandonada tras varias
operaciones de la Administración Norteamericana para la Lucha Antinarcóticos (DEA). Carlos Lehder nunca llegó a ser capturado.
A modo de despedida, el 10 de julio de 1982, Lehder
desde una avioneta bombardeó Nassau, la capital de Bahamas, con panfletos que
decían: “DEA go home” (DEA vete a casa). Algunos de estos panfletos
llevaban adheridos billetes de 100 dólares.
Regreso a Armenia
Hasta finales de los años 70, la ciudad natal de
Lehder, Armenia, perteneciente al departamento del Quindío, era una sociedad
muy rural que vivía directa o indirectamente del cultivo del café, el cual, era
la máxima expresión de la economía de la región.
Sin embargo, esta sociedad tradicional estructurada en
base a la industria cafetera, fue rota con el retorno de Carlos Lehder que
aceleró la transición a la modernidad de la tradicional sociedad del Quindío.
Como pertenecía a una familia conocida y respetada en
la región le fue muy fácil introducirse en cualquier sector de la sociedad e
incluso, en un principio, la clase dirigente del Quindío le avaló creyendo que
iba a aportar desarrollo y progreso a la región. Y así fue parcialmente.
Lehder se presenta en sociedad
Lehder, retornó
a Armenia tras su deportación desde Estados Unidos a finales de 1978, y
pronto se dio a conocer cuando regaló al gobierno del Quindío un avión que pronto levantó todo tipo de suspicacias.
Aunque en esos momentos se empezaba a conocer entre la sociedad colombiana los
beneficios del incipiente e ilícito negocio de la cocaína, nadie llegaba a
sospechar sus dimensiones y las fatales consecuencias que tuvo para Colombia.
Lehder entró en conflictos con miembros del Cartel de Medellín poco antes de ser apresado |
Pese a todo, el gobierno aceptó en primera instancia
el regalo de Lehder pero pronto se dieron cuenta de los elevados costes que
conllevaba el mantenimiento del avión y de su tripulación por lo que, un año
después, fue puesto a la venta tras ser matriculado y legalizado.
Todos los rumores apuntan a que fue el propio Lehder
quien compró la aeronave con todas las licencias en regla para poder volar a
cualquier parte del país sin levantar mayores sospechas. Se dice que con la
venta del avión, el gobierno del Quindío construyó buena parte de un hospital
para personas sin recursos.
De la bonanza cafetera a la bonanza de la cocaína
Pronto fue habitual contemplar sus avionetas por el
cielo del Quindío sobrevolando sus fértiles tierras en busca de los terrenos
más óptimos para sus inversiones, la mayor parte de carácter turístico, como
fue el caso de la “Posada Alemana” un homenaje a su padre que décadas atrás
creó la “Pensión Alemana”.
Esta hacienda estaba situada en un terreno utilizado
antes para competiciones de motos y surgió para suplir a aquel hotel creado por
su padre que fue cerrado durante la Segunda Guerra Mundial cuando los
inmigrantes japoneses, italianos y alemanes fueron multados e, incluso, algunos
detenidos a causa del apoyo de Colombia a los aliados.
La prosperidad traída por Lehder al departamento del
Quindío gracias a sus negocios legales e ilegales, logró cambiar radicalmente la economía regional. Terrenos
cuyo coste era de 300.000 pesos pasaron a costar a principios de los 80 en
torno a un millón o más.
La generación perdida
Con las diversas inversiones en la zona, Lehder
blanqueaba el dinero de la cocaína y, a su vez, se convertía en el mayor
creador de empleo de la región después del estado. De hecho, para sus negocios
lícitos e ilícitos contrata a gente joven sin estudios que cobraban sueldos
millonarios para la época, algo que comenzó a molestar a ciertos sectores de la
sociedad del Quindío.
Muchos acusaron a Lehder de haber destruido a toda una
generación de jóvenes arrastrándoles al dinero fácil conseguido sin esfuerzo
alguno y de degradar moralmente incluso
a la sociedad.
A estas acusaciones, respondía de forma ambigua: “Nosotros
sabemos que lo que es inmoral para la oligarquía es moral para el pueblo y
viceversa”.
El consumo de cocaína, el lujo, las fiestas y John
Lennon
En el año 1980, Dave Chapman asesina a John Lennon, lo
que fue un duro golpe para Lehder al que admiraba. Por ello, decide crear una
enorme estatua en bronce con su imagen realizada por el artista Rodrigo Arenas
Betancourt. Además de sus estrafalarias y exageradas ocurrencias, Lehder promovía y asistía asiduamente a impresionantes
fiestas donde se dejaba agasajar por sus acólitos y por todos aquellos que
intentaban solicitar su favor. El
consumo y abuso de cocaína, la misma con la que él mismo traficaba, comenzó a
ser una constante en su vida.
Lehder continuaba con sus proyectos en el Quindío
especialmente en la Posada Alemana. Bajo
la mirada de la estatua de Lennon se ampliaba con nuevas dependencias como la
discoteca Lennon donde grandes fotografías mostraban fotos de su ídolo desde que era un niño hasta su muerte.
La discoteca era una de las más innovadoras del momento de toda América.
El Movimiento Cívico Latino Nacional
En 1982 llegó al poder
Belisario Betancourt quien declaró una amnistía fiscal a la que Lehder se
adhirió inmediatamente legalizando así una buena parte de su fortuna y entrando
en política con el Movimiento Cívico Nacional como también hicieron algunos de sus
“compañeros” del Cartel de Medellín como Pablo Escobar. Las clases dirigentes
contemplaban anonadadas a la enorme popularidad de estos personajes que, de la
noche a la mañana, consiguieron amasar no solo una inmensa fortuna sino también
poder político.
El Movimiento Cívico Latino
Nacional, con el cual obtuvo representación parlamentaria en algunos
departamentos, se definía como antiimperialista, anticomunista,
anticolonialista, antifascista, antijudío
pero al mismo tiempo nacionalista (defendía la idea de unos Estados
Unidos de Latinoamérica), ecologista, indigenista, bolivariano, católico,
partidario de la legalización de las drogas y como no podía ser de otra manera,
contrario a la extradición de ciudadanos colombianos a los Estados Unidos. “Un latino no debe ser juzgado por una raza
diferente…”, subrayaba Lehder en una entrevista años después de su entrada
en prisión.
Para explicar su movimiento político declaró en una
ocasión: "Yo he venido a enseñar el
nacionalismo puro, progresista y popular. Sé que no soy el más llamado a hacer
estos planteamientos, pero Dios ha puesto en mis manos recursos económicos y la
ideología, la vitalidad y la salud para ser uno más en el Movimiento Latino
Nacional". "Sí esta
oligarquía monárquica", agregó,
"le teme a Adolfo (Hitler), pues entonces tocará disfrazarse de Adolfo
(Hitler), pero nosotros no nos vamos a dejar vender más al imperialismo y de
aquí no va a salir ningún colombiano más".
El partido Movimiento Cívico Latino Nacional consiguió
más de diez mil simpatizantes. Su popularidad se acrecentaba en parte gracias a
su poder económico con el que conseguía explotar su imagen de benefactor invirtiendo grandes cantidades de dinero en
las clases más desfavorecidas.
Sin embargo está doble cara de
Lehder pronto saldría a la luz así como la procedencia de su inmensa
fortuna.
El principio del fin
En Colombia, en aquellos días,
el ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla acusaba a varios movimientos de
financiarse con capital procedente de negocios ilegales y de introducir en sus
filas a personajes de dudosa reputación como era el caso de Pablo Escobar que
llegó a ser diputado suplente.
En el Quindío fue la iglesia
quien denunció ese dinero ilícito y a la figura de Lehder como principal
culpable de “comprar conciencias con su
riqueza”. Estas acusaciones fueron confirmadas poco después cuando una
noticia sobre Lehder salió a la luz y confirmó su doble vida.
El semanario “El Meridiano del
Quindío” se hace eco de una noticia publicada en una revista francesa que
afirmaba que Carlos Lehder, era dueño de Cayo Norman “La Isla de la Cocaína”.
Pronto, los grandes diarios colombianos como “El Espectador” publicaron la
noticia, la cual causó una gran sensación en todo el país.
El gobierno anunció
inmediatamente que estudiaría su extradición. Lehder, por su parte, comenzó a
publicar costos anuncios en los principales diarios de Colombia donde criticaba
la extradición de ciudadanos colombianos a Estados Unidos. Tanto Lehder como sus compañeros del Cartel
de Medellín fueron señalados como extraditables y fue así como se
autodenominaron.
En septiembre de 1983 la corte
de justicia falla a favor de la extradición de Lehder a Estados Unidos acusado
de doce cargos por tráfico y distribución de cocaína en Estados Unidos. Ante
esta situación decide huir.
Lehder en la clandestinidad
Pronto, la clandestinidad pasa
factura a Lehder que pierde parte de su inmensa fortuna y pasa a trabajar para
sus antiguos compañeros del Cartel de Medellín administrando algunas de sus
plantaciones de coca.
Durante meses su paradero fue
una incógnita hasta que en Enero de 1984 unos periodistas conciertan una
entrevista con Lehder en Airapua, un recóndito lugar de los Llanos Orientales,
en plena selva. Vivía como un guerrillero y se había dejado barba para pasar
desapercibido.
Mientras tanto, Pablo Escobar, uno de los líderes principales
del Cartel de Medellín mantenía un enfrentamiento con el Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla que le acusaba de ser un narcotraficante. Su asesinato causó
conmoción en Colombia. Este suceso fue el detonante y el inicio del proceso
de extradición, además de la busca y
captura del resto de integrantes del
Cartel de Medellín además del propio Lehder. El país entero comienza a darse
cuenta de la enorme influencia del narcotráfico en todos los sectores de la
sociedad.
En 1985 comenzaron a ser
extraditados algunos miembros
relacionados con el blanqueo de dinero mientras que el cerco a Lehder se
intensifica. Su paradero era un misterio para las autoridades: algunas fuentes
le situaban en México, Perú, Brasil e incluso en Cuba. Lehder se aprovechaba de
estas suposiciones desorientando a las fuerzas de seguridad con engaños como
hacer que un doble suyo se pasease por las calles de su Armenia natal para dar
esperanzas a la multitud de seguidores que aún tenía en la región.
Se estrecha el cerco: pérdida de poder
El cerco a Lehder provocó que en varias ocasiones
estuviera a punto de ser detenido por lo que optó salir del país y refugiarse
en Nicaragua donde pagó a la guerrilla sandinista para garantizar su
protección.
Poco tiempo después, retornó incomprensiblemente a
Colombia. Se desconocen las razones por las que asumió ese riesgo. Algunas
teorías le acusan de un exceso de confianza pero lo cierto es que en abril de
1985, Carlos Lehder Rivas fue localizado en su hacienda de Airapua logrando
escapar en el último instante y viéndose obligado a abandonar 1.600.000 dólares
en efectivo.
Se estrecha el cerco. Su paradero ya no sería un
misterio cuando un mes después aparecen unas fotos suyas en un diario
colombiano bajo un escueto titular: “Lehder en la guerrilla.” Pronto se
descubrió que Lehder combatía en las montañas del Cauca al sudeste de Colombia
bajo el nombre de “Rambo González”. Días más tarde, Lehder concedería una entrevista para
la televisión donde diría una frase que pasó a la historia: La cocaína es la
bomba atómica de América Latina contra el imperialismo norteamericano”.
Lehder comenzó a perder influencia en su región
natal. Su figura se fue difuminando en
el Quindío. Ya no llegaba el dinero y comenzó la disolución del MovimientoLatino Nacional aunque intentaría volver a las urnas en 1986 con poco
éxito. En aquellos días, el símbolo de
su poder, la Posada Alemana fue incendiada y la estatua de Lennon robada. Jamás
se supo de su paradero.
Problemas con Pablo Escobar y el Cartel de Medellín
Lehder comienza a tener problemas con sus socios del
Cartel de Medellín, aquellos a los que hizo ganar mucho dinero desde Cayo
Norman y que posteriormente le protegieron y dieron trabajo cuando era buscado
por las autoridades. Se dice que tuvo enfrentamientos con algunos sectores del
cartel cuando entró en el negocio del Crack. Lehder había acordado con ellos que
solo se dedicaría al negocio de la cocaína.
Otras fuentes aseguran que su pésimo estado por el
abuso de drogas y ser el hombre más perseguido de Colombia debido a su
solicitud de extradición le harían
cometer algún error y atraer a informantes y policías que causasen problemas a
su organización. Asimismo, comenzaría un enfrentamiento con los capos del
Cartel como Pablo Escobar. El detonante parece ser el asesinato de un guardaespaldas de Escobar durante una
fiesta a manos de un Lehder borracho y drogado.
Este cúmulo de incidentes provocaría su definitivo
distanciamiento con el Cartel de Medellín y un enfrentamiento directo con uno
de sus líderes, Pablo Escobar.
La captura: “Me ofenden a cada rato y quieren que fume marihuana”.
A principios de 1987, Lehder tras hacer unos negocios de poca monta
en Medellín decide esconderse en una hacienda cercana a la ciudad con un grupo
de jóvenes e inexpertos guardaespaldas que más bien eran sus compañeros de
juergas. Se desconoce por qué Lehder había despedido a sus antiguos
guardaespaldas para andar con un grupo de jóvenes menores de 25 años.
La hacienda situada en Berracal (Guame – Antioquia)
fue desde la llegada de Lehder y sus hombres una ruidosa fiesta continua con
música, mujeres y drogas. Hasta la noche
del 3 de febrero de 1987 cuando el vigilante de la hacienda hastiado del
continuo ruido y las constantes provocaciones de los hombres de Lehder llamó a
la policía. El vigilante declaró a la policía: “Me ofenden a cada rato y quieren que fume marihuana”.
A la mañana siguiente, un grupo de policías montó un
operativo creyendo que era una banda de traficantes poco importantes pero para
su sorpresa fueron recibidos a tiros. Los policías respondieron con gran
virulencia provocando la desordenada huida de los guardaespaldas que quedaron
en pie. En poco tiempo fueron detenidos uno a uno. Mientras tanto, un pequeño grupo de policías penetró en la
casa y en el segundo piso hallaron a un hombre de 37 años que se entregó sin
oponer resistencia. Inmediatamente comprobaron su pasaporte que llevaba encima
incomprensiblemente. Era Carlos Lehder Rivas, el hombre más buscado en
Colombia.
Pocos creyeron que su detención fuera una mera
casualidad. Muchos, incluido Lehder como declararía años después, sospechaban
que fue Pablo Escobar quien filtró su situación de manera muy sutil.
El juicio y la cárcel
El juicio y la cárcel
La extradición fue inmediata. En Florida se montó un
dispositivo de seguridad nunca antes visto para la celebración del juicio. Los
fiscales apodarían a Lehder durante el
mismo, “el Henry Ford de la cocaína. En mayo de 1988, tras un proceso de siete
meses, la jueza dictó una sentencia
ejemplar: 135 años de cárcel.
En 1991, tras la entrada del ejército norteamericano
dos años antes en Panamá para capturar al dictador Manuel Antonio Noriega, testificó
en su contra confirmando su relación con el Cartel de Medellín, lo que le redujo la pena a 55 años.
Tres años después, Lehder escribió una carta de
reclamación al juzgado federal del distrito de Jacksonville quejándose de por qué
el gobierno no había cumplido el acuerdo de trasladarle a una prisión en Alemania
(poseía la doble nacionalidad) de donde podría conseguir la libertad en pocos
años en poco años. Pero el juez no
accedió.
En 2007, Lehder rompe un silencio de 15 años para pedir su libertad alegando haber cumplido dos tercios de su condena pero su recurso fue desestimado, hasta que en 2020 se le concede la libertad tras 33 años en prisión. "Al quedar en libertad, pudo elegir ir a uno de los dos países de los que tiene nacionalidad, o Colombia o Alemania, y él prefirió Alemania”, explica su abogado Arroyave a La Vanguardia. Lehder prefirió viajar a Europa que volver a Colombia por una cuestión de calidad de vida, aunque en su país natal no tuviera en esos momentos cargos contra él.
Se desconoce el lugar exacto de Alemania donde se encuentra y según señaló en su última entrevista quiere vivir tranquilo, disfrutar de sus nietos y permanecer en el anonimato hasta el día de su muerte
ojala q se venga luego pa la casa...aguante marcos.
ResponderEliminarQUE PENA MI PRIMO AUN ENCANDO PUES NO QUE VA
ResponderEliminarMuy interesante. Acabo de ver una película sobre Barry Seal y me trajo acá.
ResponderEliminarUno de los grandes patrones 0.0
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