lunes, 28 de abril de 2014

Las Malvinas: cronología de una guerra colonial

El 18 de marzo de 1982, llega a la isla de San Pedro, en Georgia del Sur, el carguero argentino "Bahía del Buen Suceso" para desmantelar una vieja factoría ballenera; al día siguiente, tras descargar el utillaje, los 42 operarios izan la bandera argentina y entonan su himno nacional. 

Consecuencia inmediata fue la protesta oficial británica por violación de soberanía y la quema de banderas blanquiazules en las oficinas de las Líneas Aéreas Argentinas en Port Stanley. El día 23 transcurre con intercambio de notas diplomáticas y alusiones al empleo de la fuerza. El 24 el gobierno Thatcher ordena que el rompehielos "Endurance" armado y con 140 hombres a bordo se dirija desde Port Stanley, donde se encuentra fondeado, a las islas Georgia.

El General Galtieri anuncia la recuperación de las Malvinas

En contrapartida Buenos Aires dispone que el transporte "Bahía del Paraíso" con una dotación de 200 hombres, acuda a San Pedro, para garantizar la integridad de sus súbditos. Poco después circula la noticia de que el carguero inglés "John Biscoe" se aproxima a las islas con una unidad de Infantería de Marina. Los viajes y conversaciones de Haig y el intercambio de notas diplomáticas se suceden; el día 30, el portaaviones "25 de Mayo" se dirige a Port Stanley y el día 2 de Abril, el General Galtieri anuncia la recuperación de los tres archipiélagos.

Intervención de Estados Unidos y la URSS

Aunque muy localizada geográficamente, la guerra de Las Malvinas ha permitido la intervención, aunque con distinto signo, de las dos superpotencias. El Secretario de Estado norteamericano, Haig, recurrió en su misión pacificadora a la diplomacia de lanzadera para dar tiempo a la escuadra inglesa a llegar a Las Malvinas, ya que, según el"Washington post", la estrategia de los Estados Unidos partía del supuesto de que, presionada por los ingleses, Argentina se vería forzada a retractarse rápidamente y, acto seguido, su gobierno caería. Pero cuando la flota llegó a su destino, la Casa Blanca dio un giro de 180 grados, se puso abiertamente al lado de Londres e, incluso, propuso sanciones contra Argentina.

Argentina engañada y traicionada 

Al advertir que Washington formaba bloque con Inglaterra, los argentinos se considera­ron engañados y traicionados. Es­tados Unidos se encontró ante el interrogante de si estaba o no contra el neocolonialismo y su actitud demostró que sus intere­ses en Sudamérica eran sólo ma­teriales. Se había hecho mofa de la doctrina de Monroe. Sobre el tratado Interamericano de Asis­tencia Recíproca (TIAR) firmado en 1947, y aplicado ya en 18 ocasiones (6 de ellas contra Cu­ba), decía la prensa mejicana: "Sólo funciona cuando sirve de pantalla a las intervenciones mili­tares de EE.UU."


Una organización americana sin Estados Unidos


Muchos políti­cos hispanoamericanos llegaron inevitablemente a la conclusión de lo que ha ocurrido a Argenti­na puede pasarle a cualquier otra nación del continente: "Hemos descubierto de la noche a la ma­ñana que nuestro sistema de se­guridad no funciona, o lo que es peor, funciona en contra nues­tra". Por eso se plantea ahora la creación de una nueva organiza­ción continental sin la participa­ción de los EE.UU.

Sentimiento antiamericano

Todas estas vivencias, más cla­ramente expresadas por los pue­blos que por los gobiernos, des­pertaron vivos sentimientos an­tiamericanos en las dos Américas, cuyas consecuencias serán muy difíciles de atenuar, si bien Rea­gan trate meses más tarde de re­cuperar la confianza perdida, anunciando visitas y otorgando su voto a Argentina en las Na­ciones Unidas.

El papel de Rusia

También la Unión Soviética ha jugado su papel. Las manifestaciones de Galtieri, el viaje a La Habana del Canciller Costa Méndez, la visita a Rusia del Ministro argentino de Agricultura, la entrevista al embajador soviético en la Casa Rosada, fueron unos claros síntomas de la apertura argentina hacia la URSS, con vistas a obtener una ayuda en el conflicto que, caso de haberse otorgado, hubiera sentado las bases para una futura presencia rusa en el país hermano.

Aunque tal amenaza no se ha materializado, el bloqueo comercial occidental a instancias de Inglaterra ha lanzó a Argentina en brazos de la URSS, con la que ha intensificado sus relaciones comerciales como contrapartida a falta de sus clientes tradicionales; Rusia ha sido testigo de la debilitación del bloqueo occidental y de la pérdida de confianza de Hispanoamérica hacia sus vecinos del norte.

El valor estratégico de las Islas Malvinas

Una mirada detenida a un mapamundi pone de manifiesto que ante una situación de conflicto armado mundial, el Atlántico y el Pacífico sólo podrían mantenerse unidos a través de los estrechos de Magallanes y Drake, al sur de la Patagonia argentina. Es lógico pensar que el canal de Panamá quedase inmediatamente neutralizado y que el casquete polar ártico impidiese con sus hielos la navegación.

Las Malvinas, por su ex­tensión y proximidad al estrecho y al continente, tiene una importancia estratégica en el control del paso entre ambos océanos. Ya que en las posibles bases en ellas instaladas se pueden realizar acciones aéreas, na­vales y de guerra electrónica para ejercer un control sobre esta única vía de enlace de las dos costas del continente sobre el Pacífico y el Atlántico; acciones que pueden o no contar con el apoyo prestado desde el continente.

El Cabo de Hornos

Y este paso obligado, por el que circulan anualmente 27 millones de trenes de mercancías, queda dominado por dos repúblicas, Chile y Argentina, que son las únicas potencias presentes en todo el cono sur americano; más allá se extiende un continente inhóspito que está desnuclearizado y desmilitari­zado. Así, pues, desde bases continentales se puede ejercer un control definitivo sobre el enlace marítimo del Cabo de Hornos sin que nadie pueda ejercer acción contraria salvo que disponga de una potente flota de portaviones o que domine las islas más próximas.

Pero las islas próximas escasean: en aguas del Pacífico los islotes más cercanos (Juan Fernández, Mas Afuera y San Félix), carecen de interés militar y se encuentran a 2.500 Km. de distancia.

En el Atlántico se ofrecen mayores posibilidades: El Reino Unido retiene la administración en las islas de Ascensión, Santa Elena y Tristán de Cuhna; salvo la primera, dotada de una base aeronaval utilizada por EE.UU., ninguna ofrece interés militar. Otras como Cugt, Bouvet, Príncipe Eduardo, Trinidade, Sandwich y Georgias del Sur, son islotes poco habitados a unos 3.000 km. de distancia media desde Cabo de Hornos.

Reclamación histórica sobre la soberanía de las Malvinas 

Argentina se declaró independiente el 9 de julio de 1816 y, con ella, todos los territorios que los españoles administraban desde su suelo, incluyendo las Malvinas, que eran españolas en ese momento y estaban amparadas no sólo por los derechos de descubrimiento, sino por aquellos que otorgaba el Tratado de Tordesillas. Desde 1834 hasta ya muy entrado el siglo XX, Argentina viene protestando y reclamando, sin recibir respuesta alguna desde Londres. 

Escaso interés británico en las islas

En 1960 el Consejo de Seguridad de la ONU confirma que las disposiciones que hasta el momento ha dictaminado sobre descoloni­zación son también de aplicación a estas islas. Las conversaciones al respecto se inician poco después, pero cuando el Foreign Office anuncia a los malvineses la posibilidad de traspaso de soberanía se producen en Port Stanley y en Londres disturbios muy bien orques­tados desde esferas oficiales; situación extraña, ya que era escasísimo el interés británico por la colonia, como lo demuestra el hecho de que en 1981 se iba a dar orden de retirarse de sus aguas al único buque asignado a la zona sin posible relevo por razones económicas. 

Por el contrario los malvineses encontraban en Argentina su segunda patria por donde circulaban libremente y de la que recibían hospitalización gratuita, servicio aéreo regular, becas de estudio y suministros de gas, petróleo y víveres. 

Explotación de los recursos 

En años siguientes se plantea la figura jurídica de la plataforma continental en cuyo entorno los argentinos incluyen el archipiélago, mientras los ingleses trazan en el mapa la plataforma de "sus" islas. Las posturas se hayan enfrentadas cuando un buque inglés confirma buenas perspectivas de yacimientos petrolíferos en la zona, lo cual agudiza aún más las tensiones: Argentina antepone a todo su sobe­ranía; el Reino Unido, más flexible y negociador, trata de dar prefe­rencia a la explotación de los recursos.

Argentina: una guerra política más que militar

A ambas naciones el conflicto les sorprendió sin la adecuada preparación. Si bien Argentina tu­vo la oportunidad de elegir el mo­mento de iniciar las hostilidades, es­te tuvo más carácter político que militar; de no ser así no se hubiera efectuado el desembarco a comien­zos del invierno austral, se hubieran suavizado previamente las relaciones con Chile, lo que hubiera permitido desplegar en las islas los reemplazos necesarios que entonces defendían la frontera andina y no con reclutas, se hubiera hecho acopio de un material de guerra que pronto escaseó y se hubiera habilitado el aeropuerto de Port Stanley para que desde su pista actuaran los moder­nos aviones tácticos.

Inglaterra: la guerra a miles de Kilómetros de casa

Por parte inglesa, la invasión supu­so también sorpresa: sus Fuerzas Armadas no estaban preparadas para hacer frente a conflictos de tipo di­ferente en teatros de operaciones le­janos, y prueba de ello es que du­rante la larga travesía las tropas tu­vieron que realizar ejercicios de adiestramiento. Los servicios de in­teligencia británicos han reconocido que desconocían la entidad y prepa­ración del ejército argentino; se tuvo que recurrir urgentemente a la movi­lización general de todos los recur­sos nacionales para constituir la 'Task Force'. En pocos días se coordinaron los esfuerzos de las Fuerzas Armadas, los servicios auxiliares, la marina mercante y la industria civil, astilleros para acondicionar los buques y aviones expedicionarios, plataformas para helicópteros, grúas de izado, dispositivos de abastecimiento en vuelo, etc.

Organizada la fuerza era preciso hacerle operar tras viajes a lo largo de una larga y vulnerable vía de comunicación de 13.000 kilómetros con el sólo apoyo del enclave de la isla Ascensión.

La Armada argentina inoperante 

Aunque parezca contradictorio más grave resultó ser para los argentinos vencer los 740 Kms. que separan el continente de las islas sin el concurso de una armada que permaneció en puerto. Algunos aviones, como los "Mirage", "Dagger" y "Super Etendard" se veían en la necesidad de reabastecerse en vuelo para cumplir su misión y regresar. Otros sólo podían permanecer unos minutos sobre la flota británica. ¿No hubiera cambiado el curso de la guerra el haber podido operar todos desde Port Stanley?

Los apoyos internacionales

Asimismo, Argentina erró al suponer ayuda de sus ve­cinos que sólo se materializó por parte de Perú y por las promesas de Venezuela. No se levantaron protes­tas contra el colonialismo ni el im­perialismo en los países del Tercer Mundo. Pone esto de manifiesto que los tratados internacionales sólo tie­nen valor si refrendan los intereses de alguno de los grandes. El apoyo americano a los británicos en el or­den económico, político y diplomá­tico se completó en el plano militar con una información exacta y opor­tuna, la cesión de la base de Ascen­sión y los suministros. Sin esta ayu­da otro hubiera sido el resultado del conflicto. ¿Qué hubiese ocurrido si en vez de apoyar a Londres la Casa Blanca decide acudir en ayuda de Buenos Aires?

En círculos ingleses se opinaba durante la crisis que la falta de reac­ción argentina, particularmente de su flota, se debía a la problemática renovación y sustitución de sus bu­ques, cuya pérdida supondría una grave mella en su posición como fuerza naval en América del Sur con grave perjuicio en su contencioso con Chile. Cerrados los mercados in­ternacionales (ni tan siquiera depó­sitos auxiliares para los Mirage) Ar­gentina se vio en la necesidad de mantener el esfuerzo contando sólo con los medios iniciales, clara lec­ción para el futuro que aconseja no sólo diversificar las fuerzas de apro­visionamiento, sino potenciar las in­dustrias nacionales o, al menos, in­troducir ciertos elementos propios (electrónica, por ejemplo) en los sis­temas de armas importados para siempre tener la oportunidad de sor­prender y no ser sorprendidos.

El factor sorpresa y la escasa eficiencia militar de Argentina

Si bien Argentina dispuso de la sorpresa inicial y disfrutó temporalmente de superioridad aérea, se puso de manifiesto durante las operaciones que la Casa Rosada fue a rastras de los acontecimientos o, lo que es lo mismo, que Inglaterra llevó la iniciativa en todo el conflicto. Dejando constancia de la admiración que han despertado los aviadores argentinos por su bravura y tenacidad, el planteamiento y ejecución de la guerra permite pensar en una deficiente logística, presencia de tropas poco instruidas y desconocedoras de las tácticas del combate nocturno, lo inadecuado de gran parte del armamento terrestre prestado a la defensa, el fallo o desacertado empleo de los misiles, de las comunicaciones y dé las medidas y contramedidas electrónicas; se puso de manifiesto la ineficacia de una flota refugiada en puerto por la presencia de los submarinos nucleares británicos a los que no sortearon los sumergibles de Puerto Belgrano, la falta de una guerra de minas que hubiera impedido o al menos dificultado el acceso por el Canal de San Carlos y hubiera restringido los movimientos de la flota inglesa.

En el aspecto aéreo hay que considerar que el escaso radio de acción de los aviones justifica la falta de selección de objetivos, pero no atenúa que las bombas arrojadas desde el aire no explosionasen porque las espoletas eran inadecuadas a las modalidades del ataque; ¿Por qué no se efectuaron ataques aéreos contra la cabeza de playa de San Carlos a las pocas horas de efectuarse el desembarco? ¿Cómo es que no actuó la fuerza aeromóvil argentina?

La ayuda estadounidense vital para la victoria inglesa

Por parte inglesa puede afirmar que un porcentaje muy elevado de su victoria se debe a la aportación americana, aunque Londres trate de minimizarla. Gracias a ellos dispusieron en ocasiones de una alerta aérea lejana que completaba la escasa información facilitada por los radares de los buques británicos. Contó el Reino Unido con una potente 'Task Force' manejada por personal entrenado que sacó el máximo provecho de los adelantos modernos, lo que confirma que en la guerra actual prima más la tecnología (que incluye la preparación técnica y táctica de los combatientes) que la cantidad. Estableció una dirección única de las operaciones bajo control del gobierno mediante la intervención de un Gabinete de Crisis asesorado por los Jefes de Estado Mayor cuyas decisiones llegaban a los mandos operativos expedicionarios en forma de directrices muy flexibles para no coartar su libertad de acción.

Cobertura en el Atlántico Sur

Ya en el Atlántico Sur un cuidado sistema de comunicaciones permitió el control y la coordinación de los diversos medios empleados en la defensa aérea, ataques al suelo, bloqueo submarino, desembarcos aéreos y anfibios, rescate de tripulaciones, evacuación de heridos, avituallamiento, defensa antiaérea, etc.

Aunque los británicos no lo reconocen, y si lo hacen aseguran que modificaban continuamente su emplazamiento para reducir su vulnerabilidad, mantuvieron su flota muy cerca del archipiélago y por tanto, al alcance de la aviación argentina a la que inicialmente valoraron muy por debajo de su capacidad combativa contra la que opusieron una cobertura aérea de sólo 20 aviones en los días iniciales. La Fuerza naval británica nunca consiguió superioridad aérea y los C-130 argentinos pudieron operar hasta horas antes de la rendición del General Menéndez después de haber transportado a las islas 435 toneladas de carga.

Tampoco los Nimrod y los Vulcan estuvieron a la altura de las circunstancias y los resultados de sus acciones fueron pobres. Sólo la buena actuación de los Harrier, flexibles y versátiles, ha paliado el error británico de sustituir los antiguos portaaviones como el "Ark Royal" por portaaeronaves; a ello se ha llegado por los recortes presupuestarios de la defensa, de la misma manera que ha obligado a construir buques estructurales más débiles con metales ligeros, como el aluminio, que resultan más económicos por su consumo de combustible, pero menos resistentes al fuego de las modernas armas.

La economía de guerra inglesa y argentina

Aunque se ignora, por su imposible valoración, el esfuerzo económico de ambos bandos, el conflicto dejó unas secuelas de carácter financiero que obligó al Reino Unido a grandes desembolsos para garantizar la defensa del archipiélago en el futuro. La construcción de un aeropuerto moderno  resultó imprescindible para mantener en las Malvinas una guarnición permanente y rotatoria de un millar de hombres apoyados por seis destructores y fragatas y un submarino. Todo ello supone un gasto anual de 150 millones de libras que no queda contrarrestado por la posibilidad de disponer de campos de ejercicios reales para los tres ejércitos.

Aunque el conflicto demostró que aún se pueden vivir en el siglo XX aventuras victorianas imperiales, también ha puesto de manifiesto la capacidad de una nación para movilizar en pleno sus recursos de defensa de la dignidad nacional ofendida. Más que contra los argentinos, los ingleses lucharon contra la distancia y los elementos y pusieron a prueba su capacidad de improvisación respaldada por una preparación profesional de la que no se puede prescindir en las crisis actuales.

Cronología de una guerra

Las operaciones militares se iniciaron con el desembarco, a las 22:00 horas del jueves día 1 de abril, en Port Stanley, de un comando argentino de Infantería de Marina. Este, se.hizo inmediatamente con el control, tanto de las instalaciones portuarias situadas en Cabo Penbroke (a 5 kilómetros de la ciudad), como del aeropuerto, reduciendo a la unidad militar británica allí destacada.

A las 07:00 horas del día 2 de abril, se produjo el desembarco definitivo de tropas y el aterrizaje de aviones de transporte. Los efectivos argentinos de la operación, se cifran en unos 5.000 hombres.

Una vez consolidada la toma de las Malvinas, se logró, en pocos días, reunir abastecimientos suficientes (víveres) para resistir un asedio de varios meses.

El día 22 de abril, el Presidente de la República Argentina, en su calidad de Comandante en Jefe del Ejército, visita las Islas Malvinas.

Las primeras acciones británicas

El domingo, día 25 de abril, los británicos se apoderan de las Islas Georgias del Sur. Con anterioridad y para preparar esta acción, desembarcó en las Islas un comando compuesto por 12 hombres.

El día 9 de mayo, la Royal Navy lleva a cabo un bombardeo contra Puerto Argentino, participando en la acción, helicópteros Sea-King en intentos de desembarco que son rechazados.

El martes 11 de mayo, hay un nuevo intento de desembarco helitransportado británico que nuevamente y con un balance de 200 bajas es rechazado.

El "bloqueo total" inglés a las islas, ya decretado con anterioridad, deja mucho que desear; en realidad, los aviones de transporte C-130 Hércules, escoltados por cazabombarderos Mirage, lanzan su carga de suministros, en una especie de puente aéreo prácticamente ininterrumpido.

En la noche del 14 al 15 de mayo, comandos de la Royal Marine desembarcan en la isla Borbón, situada al Norte de la Gran Malvina. Los 120 hombres que lo componían, atacaron a los aviones argentinos, destruyendo también, antes de retirarse, los depósitos de combustible y municiones.

El desembarco en San Carlos 

Al anochecer del día 20 de mayo, la flota británica bombardeó la zona de Puerto Argentino, mientras que los Harrier lo hacían en la bahía del Zorro de la Malvina Occidental, en acciones de hostigamiento y diversión, con objeto de minar la moral y confundir a los defensores.

Los buques anfibios británicos se dirigieron desde el extremo oriental de la "zona de bloqueo" de las Islas Malvinas, hacia el lugar de reunión, con los cuatro escoltas que iban a darles protección durante el desembarco.

Mientras la flotilla británica, unos 20 buques en total (incluidos los de apoyo), entraba por el norte en el Canal de San Carlos pocas horas antes de la medianoche, se procedía, por parte de otras fuerzas, a lanzar
ataques de diversión sobre puntos que, al parecer, fueron los siguientes: Bahía del Zorro, Puerto Darwin, Puerto Luis y Fanning Head (a unos 10 kilómetros de San Carlos). En este último, sorprendieron a la guarnición argentina, de unos 50 hombres, hicieron 9 prisioneros y los demás lograron escapar.

Aprovechando la oscuridad, la fuerza anfibia penetró en el Canal de San Carlos con tres escoltas que comenzaron a bombardear la zona de Fanning Head, mientras el cuarto escolta permanecía vigilando el estrecho.

La Bahía de San Carlos, resguardada del mal tiempo, disponía de buenas playas y de una colina que, dominando el conjunto, podía servir de observatorio. La guarnición era de unos 50 hombres.

A las 02:00 horas del viernes día 21, los británicos iniciaron el desembarco en tres playas: San Carlos, Puerto San Carlos y en la vecina bahía de Ayax. La sorpresa fue total, para asombro de los mismos británicos.

Establecidas dos cabezas de playa y mientras los marines y paracaidistas iban tomando posiciones en tierra, comenzó un segundo desembarco, helitransportado, en la población de San Carlos, donde los ingleses se encontraron con la débil resistencia de una Compañía argentina que momentos después se retiraba. Este desembarco que se inició a las 05:30 horas, finalizó cuatro horas más tarde, dando tiempo a poner en tierra todo el cargamento de los buques de asalto anfibio "Fearless" e "Intrepid" (carros ligeros, vehículos blindados, armamento y diverso material de aprovisionamiento, incluidos víveres y agua). El número de soldados británicos desembarcados en San Carlos, se calcula entre 2.000 y 3.000.

Objetivo principal: Puerto Argentino

El General Menéndez, teniendo en cuenta, quizá, que el objetivo fundamental seguía siendo Puerto Argentino y que los efectivos desplegados, unos 10.000 hombres, eran suficientes para controlar el avance inglés, no contraatacó.

El domingo, día 23 de mayo, tropas de Infantería de Marina y de Ejército argentinas, mantuvieron duros combates con los británicos, resguardados en una zona rocosa que hacía imposible la utilización de carros de combate.

El lunes, día 24 de mayo, los argentinos reconocían la consolidación inglesa de una cabeza de plaza, en San Carlos,

La ofensiva británica: Puerto Darwin y Puerto Argentino

Hay pocas posibilidades de trasladarse por tierra desde Puerto Darwin a Puerto Argentino (únicamente existe una carretera de tercer orden). Entre ambas poblaciones está la nunca mejor llamada "tierra de nadie".

En la madrugada del día 27 de mayo, a las 06:00 horas, los británicos lanzan sus primeros paracaidistas helitransportados en la zona de Darwin. Paracaidistas atacan Puerto Darwin que fue abandonado por las tropas que lo defendían, para unirse a la defensa de Goose Green. Después de 24 horas de lucha, las tropas argentinas se rendían.

En este momento comienza el ataque a Puerto Argentino, para la que ya se cuenta en la Isla con unos 7.500 hombres, más otros 1.000 que se añadirían en breve plazo, procedentes de Inglaterra. En el camino hacia Puerto Argentino, el mayor'obstáculo estaba representado por el Monte Kent.

El lunes 31 de mayo, los 3.000 hombres habían desembarcado a unos 9 kilómetros de Puerto Argentino (en el estrecho Berkeley) para unirse al resto de las fuerzas en el cerco a la capital. Mientras tanto, las primeras tropas británicas ya se encontraban combatiendo en la zona de Monte Kent, a unos 20 kilómetros de la capital, donde confluyeron tres columnas británicas, desde el N., NO. y SE.

El tercer y cuarto batallón de paracaidistas avanza hacia Puerto Argentino, reforzado por las unidades de Comandos 40, 42 y 44, carros "Escorpión", vehículos semiblindados, convoyes de aprovisionamiento, el 40º Escuadrón Real de Ingeniería y apoyo aéreo.

Asimismo, la quinta Brigada cerca también Puerto Argentino. Está formada por un batallón de la'Guardia Escocesa, un batallón de Guardias Galeses y un comando de fusileros Gurkhas.

El ataque a Puerto Argentino 

El día 6 de junio, terminaba el cerco a Puerto Argentino. En esta situación, se registran diversos combates entre patrullas, cada vez de mayor intensidad y frecuencia, en los que los argentinos consiguen algunos éxitos relativos. Este es el momento en el que, al parecer, se intentó, luego no se llevó a cabo, el transporte de tropas de montaña argentinas a la retaguardia inglesa (éstas tropas pertenecían a las estacionadas en la frontera de Chile).

Por su parte, los británicos intentaron llevar a cabo, el martes día 8 de junio, una operación de desembarco en la Bahía de Puerto Agradable (Bahía de Fitzroy) que no consiguieron, por la actuación de la aviación árgentina y el contraataque de unidades del Ejército.

El día 13 de junio, a las 10:00 horas, las fuerzas inglesas comenzaron una intensa acción de ablan­damiento con fuego artillero, naval y aéreo que produjo daños materiales, tanto en la artillería, como en las armas de apoyo.

A las 22:30 horas del mismo día, iniciaron un ataque de gran envergadura, explotando principalmente su capacidad tecnológica para el combate nocturno.

A las 05:00 horas del día 14, los ingleses consiguieron romper el frente defensivo y penetrar en la posición argentina. Al mismo tiempo, fuerzas especiales helitransportadas realizaban un envolvimiento vertical y tomaban posiciones en la retaguardia de la posición defensiva, constituyendo un cerco prácticamente imposible de romper y obligando a un cambio de frente de difícil concreción. El empleo de helicópteros, especialmente aptos para misiones nocturnas, fue masivo y permitió a los ingleses una gran movilidad, con un mínimo degaste de sus tropas.

Mientras se realizaban los' movimientos de tropas mencionadas, la artillería inglesa, con fuego sobre objetivos bien determinados y los helicópteros de ataque, efectuando fuegos de apoyo con singular eficacia y continuidad, debido a lo avanzado de sus sistemas de arma, destruyeron la artillería argentina y afectaron sensiblemente las comunicaciones, reduciendo de forma determinante la capacidad combativa de los defenso­res. A las 09:00 horas del día 14, habían conquistado las alturas clave de la defensa. El combate continuó empleando las reservas, hasta que a las 14:00 horas, la situación defensiva se tornó insostenible.

Alto el fuego

A las 15:00 horas se produjo un alto el fuego, sin acuerdo previo, que permitió al Comandante de la guarnición militar, realizar la evaluación correspondiente y determinar que era imposible continuar la resistencia, sin producir un derramamiento de sangre inútil. En función de lo expuesto, se concertó el alto el fuego definitivo, decisión que comprendía únicamente las acciones que se desarrollaban en el área de Puerto Argentino.

Las claves de la guerra

Los argentinos, aparte de no haber valorado la capacidad de reacción británica, carecían de unidades de élite y tuvieron que afrontar, con reclutas jóvenes y mal instruidos, a los soldados profesionales británicos.

Por contra, la superioridad de las fuerzas inglesas, en medios y tecnología, fue clara muy especialmente en lo que se refiere a la capacidad para el combate nocturno: equipos especiales para visión nocturna, tales como visores y miras de infrarrojos, sistemas láser de puntería, guiadores de misiles, etc. Asimismo, los británicos, apoyados por una experiencia considerable —a través de varios siglos— en el manejo de las flotas lejos de su territorio metropolitano, consiguieron solucionar sus problemas logísticos y fue vital para la victoria final.

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