Cinco países reclaman su derecho a explotar las riquezas del Ártico
La carrera por llegar primero al Polo Norte fue ganada en 1909 por Robert Peary. Un siglo después, los países ribereños del océano Ártico han emprendido una nueva carrera, esta vez para reivindicar su soberanía y quedarse con sus riquezas. Y todo a causa del cambio climático.
Un mar de hielo en retroceso
A diferencia de la Antártida, que es un continente cubierto por hielos, el Ártico es un océano helado. Lo cubre una inmensa capa helada que en verano reduce su superficie. Pero los últimos datos científicos son abrumadores: cada vez hay menos hielo y éste es menos espeso. Hay glaciólogos que vaticinan que hacia 2020 se derretirá por completo en verano. ¿Consecuencias? Un cataclismo ecológico para la fauna, pero también la posibilidad de explotar bancos de pesca y reservas de minerales, petróleo y gas del subsuelo marino.
Reivindicaciones de soberanía
En el verano de 2007, un minisubmarino ruso exploró el lecho marino del Polo Norte, a 4.200 metros de profundidad, y reivindicó su soberanía. Moscú argumenta que las cordilleras submarinas Lomonósovy Mendeléev son una prolongación de su plataforma continental y reclama casi la mitad del océano Artico, más allá de sus 200 millas de aguas territoriales.
El Polo Norte: uno de los puntos más conflictivos del planeta en un futuro
Argumentos similares presentan los otros cuatro países ribereños: Canadá, Noruega, Dinamarca (desde Groenlandia) y Estados Unidos (en Alaska). Hasta ahora reclamaban sólo sus aguas territoriales y el resto del Artico se consideraba aguas internacionales.
Pero si se aceptan sus nuevas reivindicaciones, casi todo el océano -y su riqueza- será para ellos. No sólo eso: muchas zonas son reclamadas por dos o más países. Lo que, sumado a los litigios que ya hay entre ellos por la delimitación de sus 200 millas, puede convertir al Ártico en uno de los puntos más confíictivos del planeta en un futuro próximo.
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