viernes, 1 de noviembre de 2013

Mao Tse Tung y la sangrienta revolucion cultural china

El gran Timonel guió con mano férrea a su pueblo. La represión desatada por la Revolución Cultural y su mala gestión económica acabaron con la vida de millones de chinos.

Mao fue una de las grandes figuras del siglo XX. Derro­tó a los japoneses que ocu­paban su país, ganó una guerra civil con inferioridad de medios, unifica China y sentó las bases para convertirla en la potencia que es hoy en día, pero su pueblo lo pagó con sangre y sufrimiento. Su ambición y falta de escrú­pulos no se detenían ante nada y la cifra de seres humanos que murieron a causa de la represión que desató en el país se eleva a 70 millones.

Mao: un personaje mediocre y cruel  

Así al menos se cuenta en el libro "Mao. La historia desconocida", donde la escritora anglochina Jun Chang y Jon Halliday tratan de desentrañar la verdadera personalidad del "Gran Timonel", al que retratan como un personaje medio­cre y cruel. En él se revelan aspectos sinies­tros de su vida privada, como las relaciones con las mujeres, marcadas por la violencia y los malos tratos, el abandono de hijos en manos de desconocidos y su afición a las cenas opíparas en alguna de las 50 villas construidas para él a lo largo del país. 
Nacido el 26 de diciembre de 1893 en el pueblo de Shaoshan, provincia de Hunan. Mao era el mayor de cuatro hijos de una fa­milia de modestos propietarios rurales. En contra de los deseos paternos, recibió educa­ción escolar y se graduó en la Escuela de Ma­gisterio de Chiangsliaen en 1918, donde entró en contacto con el pensamiento occidental. 

La creación del Partido Comunista Chino 

Trabajó en la Universidad de Pekín como bi­bliotecario y en 1921 participó activamente en la creación del Partido Comunista chino, que no tardó en diri­gir como secretario de organización. Pensaba que los campesinos debían ser el motor de la futura revolución y creó el Ejército Rojo para atraerlos a sus filas durante la guerra civil contra los nacionalistas de Chang Kai-Chek. 

Lucha contra los nacionalistas de Chang Kai-Chek

En 1934, Mao condujo la 'Larga Marcha' con 50.000 hombres desde el norte del país, donde instalaron campamentos. Eventualmente, llegó a un acuerdo con los nacionalistas para enfrentarse al enemigo común, los japoneses que habían invadido Manchuria. Después de la II Guerra Mundial se reanudó la contien­da, y los comunistas derrotaron al ejército de Chang Kai-Chek En 1949 se proclamó la República Popular China y Mao fue nombra­do presidente. Por entonces ya estaba casado con su tercera mujer, la actriz Jian Quiang. 

El culto a la personalidad

Desde los inicios de su carrera política, Mao se presentó a sí mismo como el enemigo de los terratenientes y de los perversos capitalistas que explotaban al pueblo y como un aliado de los campesinos y trabajadores. Cuando alcanzó el poder, el cultivo de su imagen como héroe de la clase trabajadora y gran padre protector fue clave para manejar la voluntad de los chinos. 

Movimiento de educación socialista 

En 1962  propuso la creación del 'Movimiento de educación socialista', supuestamente para alejar a los campesinos de las tentaciones del feudalismo, que, en su opinión estaban resurgiendo en las zonas rurales, ordenando a su goberno que publicara cantidades ingentes de propaganda con su imagen como figura central. Miles de vallas y carteles por todo el país llevaban impreso a gran tamaño el rostro del benefactor, y las canciones que emitían en la radio se referían a Mao Tse-Tung como "el sol rojo en el centro de nuestros corazo­nes" y el "salvador del pueblo"

El Libro Rojo 

El régimen maoísta se encargó de inculcar a los niños ya desde la escuela primaría el amor hacia su líder, lo que tuvo un gran efecto durante la Revolución Cultural, protagonizada por esos jóvenes que habían crecido sometidos a esa educación paternalista y que se convirtieron en los seguidores más fanáticos de Mao. La campaña de culto a la personalidad se completó en 1966 con la publicación de las "Citas del presidente Mao", un libro de frases y dis­cursos de su propia cosecha y mundialmente conocido como 'Libro Rojo'. Su lectura era obligatoria en los colegios y los miembros del Partido tenían que llevarlo siempre encima. 

La imagen de Mao presidía todos los aspectos de la vida china y su cara aparecía en todos los sitios: plazas, calles, carteles, estatuas, comercios.. De hecho su retrato aún domina la famosa plaza de Tianamen en el centro de Pekín.

El movimiento de las Cien flores 

De entrada, Mao inició un plan de reforma agraria, y la creación de infraestructuras, que aumentó el PIB en un 4% durante unos años. Eso sí, la transparencia política, brillaba por su ausencia, a pesar del rimbombante 'Movimiento de las Cien flores', mediante el cual, el líder invitaba a los ciudadanos a expresarle sobre cómo debía ser gobernado el país, lo que aprovecharon algunos intelectuales críticos para manifestar su desacuerdo con el régimen. Craso error. Meses después Mao proclamó el Movimiento Antiderechista y metió presos a todos los que le habían cri­ticado. La escritora Jun Chang opina que las Cien Flores había sido una astuta maniobra para identificar a todos sus opositores.

El fracaso del Gran Salto Adelante

En 1955, el líder lanzó el 'Gran Salto Adelante', un plan de colectivización de la agri­cultura y promoción de la industria que al principio sirvió para aumentar la producción, pero su ambición por acelerar el crecimiento económico acabó en desastre. Millones de campesinos fueron desplazados de sus hoga­res para trabajar en la industria del acero, una medida traumática que nunca llegó a alcanzar sus objetivos. 

Hambre en China

Después, la reti­rada de la ayuda soviética, la sequía y la mala situación del campo causaron una de las peores hambrunas de la historia, con 30 millones de muertos. Este fracaso llevó a Mao, en conniven­cia con Deng Xiaoping, a abandonar la pre­sidencia de China en 1959 para convertirse en presidente del comité central del Partido Comunista. 

Cruel represión 

Pero de facto siguió manejando el poder y en 1966 proclamó la Revolución Cultural proletaria, que resultó uno de los procesos de represión mas duros del siglo XX: con la escusa de mantener la pureza revolucionaria dio poder a los jóvenes guar­dias rojos para que persiguieran a todos los "enemigos del socialismo", lo cual incluía la destrucción del arte considerado burgués, los asaltos a personas vestidas a la occidental y hasta la eliminación física de los enemigos del régimen. 

En 1969, Mao proclamó el fin de la Revolución Cultural, pero muchos ana­listas consideran que en la práctica se prolongó hasta su muer­te en 1976.

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