El 26 de abril de 1986 explotó el reactor 4 de la planta nuclear de Chernobyl. Más de 120.000 personas que habitaban en un radio de 30 kilómetros fueron evacuadas dejando a sus animales domésticos a merced de la radioactividad.
Estos gatos, perros y sus descendientes, continúan abandonados en la zona de exclusión, recorriendo la ciudad fantasma de Pripyat y sus alrededores. Sin embargo, desde hace unos meses están recibiendo tratamiento veterinario gracias la organización Four Paws y la ONG estadounidense Clean Future Fund (CFF).
Campaña de vacunación y esterilización
En meses sucesivos, un equipo internacional de veterinarios se unirá al personal que ya se encuentra
en la zona desde hace meses, y tratarán a aquellos animales que estén enfermos, además de vacunar y esterilizar al resto para evitar la superpoblación. "la rabia no solo es un riesgo para los propios animales sino también para los 3500 trabajadores de la planta que tienen contacto con estos perros e incluso cuidan de ellos." Aseguraba Julie Sanders, directora internacional de Four Paws.
en la zona desde hace meses, y tratarán a aquellos animales que estén enfermos, además de vacunar y esterilizar al resto para evitar la superpoblación. "la rabia no solo es un riesgo para los propios animales sino también para los 3500 trabajadores de la planta que tienen contacto con estos perros e incluso cuidan de ellos." Aseguraba Julie Sanders, directora internacional de Four Paws.
Ambas organizaciones pretenden vacunar y castrar al menos un 80% de la población de perros y gatos que deambulan alrededor de la central. "A causa de otros animales salvajes que viven también dentro de la zona de exclusión, los perros son infectados con la rabia, siendo un riesgo también para las personas que trabajan en la planta".
Una zona desolada
Hay que recordar que en el área restringida, aunque no está habitada desde hace más de 30 años, unas 3.500 personas se desplazan a diario para trabajar en la central. Hasta ahora, son ellos los que se han encargado de dar de comer a los animales e incluso, los meses de más frío, los cobijaban en la propia planta.
Esta iniciativa solidaria cuenta con el apoyo del gobierno de Ucrania que ha dispuesto todos los medios a su alcance para el desarrollo de la operación. Perros y gatos han sido equipados con GPS y collares que miden la radiactividad del entorno. Esta medida es muy útil ya que ayuda al gobierno local a entender los niveles de exposición radioactiva en la zona.
”Llevamos tres semanas y media, y ya hemos censado, esterilizado, castrado y vacunado a más de 300 perros y gatos”, afirmó Lucas Hixson, cofundador de CFF, que se muestra muy ilusionado con esta iniciativa y el total apoyo de las autoridades.
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