¡Ya están aquí! Este cartel a la entrada de Roswell (Nuevo México) explica que el pueblo tiene cerca de 40.000 habitantes y fue zona ganadera durante el siglo XIX. En 1930, los científicos eligieron este desierto como centro experimental. No hay ninguna referencia a los marcianos.
No hay ni una prueba de su visita y, sin embargo, hay quien asegura que en la base aérea de Roswell estuvieron hace mas de 60 años varios extraterrestres que tuvieron un accidente en la localidad. Hoy son objeto de uno de los más fértiles negocios turísticos de Nuevo México (EEUU).
Un pueblo en medio del desierto
Roswell era hace 70 años un pequeño pueblo situado en el medio de ningún sitio, es decir, en el desierto de Nuevo México (EE UU). Sus habitantes estaban orgullosos de los dos productos más conocidos del lugar: los cáctus y las serpientes cascabel. Hoy, miles de personas procedentes de todo el mundo se desplazan hasta estas áridas tierras con el firme propósito de dejarse las pestañas en los hoteles, restaurantes, tiendas y museos del lugar. Y no es sólo porque aquí haya nacido la actriz Demi Moore, ni porque se alce la mayor fábrica de mozzarrella de Estados Unidos, sino porque éste fue el escenario elegido por una despistada familia de extraterrestres para desparramar sus restos hace 50 años en el accidente aéreo más sonado de la historia.
Por unos 30 dólares los turistas pueden concertar un tour guiado por el lugar
del accidente ovni. Los extraterrestres y los menores de 13 años entran gratis.
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Un negocio boyante
Los habitantes de Roswell, desde luego, pueden dar fe de que el maná viene llovido del cielo, porque desde que en 1947 los ufólogos decidieron que un revuelto de cables, chapas y papeles hallado por el ranchero Mac Brazel era, en realidad, el fuselaje de un platillo volante, Roswell no ha dejado de ganar dinero con el asunto. Hoy, muy pocos (salvo algunos ovnimaniacos, entre ellos varios españoles famosos) se creen la historia de los extraterrestres, pero en Nuevo México han hecho de ella una fuente de pingües ingresos turísticos y nadie se pregunta por el origen de este gran espectáculo.
Origen de la ufología: la historia de un malentendido
1947 es una fecha mítica para los amantes de los ovnis. En julio de aquel año un piloto estadounidense llamado Kenneth Arnold observó mientras sobrevolaba el Estado de Washington nueve luces que se movían en diferentes direcciones y a gran velocidad. Probablemente, jamás se le pasó por la cabeza que fueran naves procedentes de otros planetas pero sólo se le ocurrió una forma de explicar lo que estaba viendo: “Es como cuando se tira un plato a un estanque y empieza a rebotar en el agua”. ¡Terrible error! La prensa sensacionalista del momento se hizo eco de sus palabras pero con algunos ligeros retoques: “Nueve platillos volantes surcan el cielo de Estados Unidos”. Y fue así, a partir de un malentendido tan vulgar, como nació la moderna ciencia de la ufología.
Noticias similares empezaron a recorrer todo el país hasta que ese mismo mes se ofreció una recompensa de 3.000 dólares a quien aportara alguna prueba de las supuestas visitas alienígenas.
La leyenda urbana de Roswell
El Museo Internacional de Ufología es una de las joyas de Roswell. Allí se puede
observar esta réplica de alienígena. |
En este contexto no es extraño que apareciera Mac Brazel, un ranchero de Roswell (Nuevo México) que aseguró haber hallado unos curiosos restos metálicos en un rancho a 137 kilómetros de su pueblo. En un primer momento, declaró, no dio importancia al hallazgo, pero la oleada de avistamientos (y tal vez la posible recompensa) le convencieron para denunciar el hecho a las autoridades.
Sin embargo, en contra de lo esperado, la noticia fue olvidada al poco tiempo y permaneció como una mera anécdota hasta que en 1978 la rescató del ostracismo el físico Stanton Friedman. Este apasionado de la ufología se ha pasado media vida tratando de recopilar testimonios, datos, objetos o cualquier evidencia para demostrar que en Roswell no sólo se estrelló una nave extraterrestres sino que sus tripulantes fueron raptados por el ejército en una oscura operación de conspiración internacional.
De poco sirvió que las propias autoridades militares reconociesen que en 1947 la zona de Roswell era escenario de varias pruebas, entre ellas el lanzamiento de sondas para espiar al enemigo soviético y de maniquíes para probar nuevos paracaídas, que pudieron ser observadas por algunos ciudadanos de Roswell y confundidas con naves espaciales.
El mito de Roswell imparable
Tampoco han valido las constantes revisiones de los testimonios de Friedman que demuestran que sus autores son incapaces de ponerse de acuerdo ni siquiera en un dato tan sencillo como la fecha real de la observación. Y, por supuesto, ha sido vana la desclasificación de algunos papeles militares donde se observa que, durante los años 50, el primer interesado en encontrar restos extraterrestres era el ejército, aunque todas sus investigaciones obtuvieron nulos resultados.
A pesar de todo ello, los testigos reclutados por Friedman no sólo no habían perdido la memoria después de 30 años, sino que ésta se enriquecía prodigiosamente con todo tipo de datos escabrosos y, en la mayoríade los casos, contadictorios. El mito de Roswell ya era imparable y no tardaría en crecer con nuevas mejoras terroríficas: abducciones, asaltos sexuales extraterrestres, implantes genéticos, superpoderes llegados del espacio... Como todo el mundo sabe, desde entonces no han dejado de proclamarse a los cuatro vientos miles de supuestos avistamientos de ovnis. Tantos que, si hacemos caso a las estimaciones más moderadas, nuestro planeta es visitado por una nave alienígena cada ¡seis minutos!
Decrecen las ventas y la afluencia de visitantes
Aunque en Roswell a nadie parece importarle todo este lío. Lo que cuenta es seguir manteniendo el negocio turístico de los seres venidos del espacio, continuar sin parar la venta de muñecas Barbie con forma de alién de chapas conmemorativas o de camisetas con la leyenda “Yo estuve en Roswell”.
Aún así, muchos comerciantes se quejan de que el negocio no es como hace una década, ya no se vende como antes y es que, según afirman, a partir del año 2005 las ventas han ido decreciendo; han disminuido los visitantes y han cerrado muchos negocios. ¿Será que los OVNIS ya no tienen tanto interés? se preguntan muchos lugareños.
Excelente artículo, sólo aportaré un dato. El avistamiento de Kenneth Arnold tuvo lugar el 24 de Junio de 1947, no Julio, de hecho ese día se celebra "El Día de La Investigación OVNI" o "El Día Del Investigador Ovni" o "El Día del Ufólogo", instaurado en el 2001 por el CEUFO y varios grupos de investigación OVNI. En cuando a la fecha del borrachazo cósmico, efectivamente, no se ponen de acuerdo en las fechas, pero fue un día entre el 2 y el 8 de Julio de 1947. Sólo viendo los periódicos de la época se podría saber. De lo que si se está seguro es que el incidente sucedió en algún momento entre el 2 y 4 de Julio durante una fuerte tormenta, pero no fue sino hasta el 8 de Julio que apareció una nota de prensa sobre el suceso. Lo de la recompensa puede explicar porqué Mac Brazel no lo reportó en su momento, pues el dato de que sucedió entre el 2 y 4 fue dado por él, lo que significa que el estrellamiento no fue tan aparatoso, pues Brazel no pudo especificar el momento exacto. Eso nos dice también que el objeto era muy ligero y no causó explosión que indicara el suceso, todo esto refuerza la explicación posterior de que se trataba de un globo meteorológico. Varios años despues y tras varias desclasificaciones se sabe que era un proyecto secreto llamado MOGUL, un globo meteorológico adaptado con equipos de detección de radiactividad, elevados con la finalidad de espiar a los rusos, y así saber si ellos ya contaban con armamento nuclear. Pero para los entusiastas, ésta es la tapadera del borrachazo cósmico.
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