miércoles, 16 de agosto de 2017

El mayor asesino en serie portugués era gallego: Diego Alves

Diego Alves, el asesino del Acueducto de Aguas Libres ha pasado a la historia como el mayor "serial killer" de Portugal. Sin embargo Alves no era portugués, sino gallego.

Según afirma el periodista Francisco Leite Bastos en la reedición de su libro "los crímenes de Diego Alves" que recopila parte del sumario judicial, y publicado por primera vez en 1877,  Alves nació en 1810 en una aldea gallega de la provincia de Lugo.


Siendo aún muy niño llegó a Lisboa donde trabajó en casas de familias lisboetas importantes de la época en labores diversas. Su nombre ha pasado a la historia como el asesino de Aguas Libres, ya que fue en ese lugar, durante tres años, donde cometió sus atroces crímenes.


Una historia criminal 

Los asesinatos comenzaron cuando Diego contaba con 26 años, en 1836, coincidiendo con el inicio de su noviazgo con Gertrudis María una tabernera conocida como "La Parreirinha", cuyo establecimiento se encontraba en las inmediaciones de la Plaza de España. Los investigadores de los crímenes siempre sospecharon que Gertrudis fue instigadora de muchos de los asesinatos de Alves.

El modus operandi del asesino era siempre muy similar: disponía de un juego de llaves de las galerías del acueducto, donde al caer la noche se introducía y asaltaba a las viandantes aprovechando la oscuridad de la noche. Tras robarles, los lanzaba desde un arco a 65 metros de altura para evitar denuncias.

Asesinatos sin testigos  

Según las fuentes, en 1837 ya había matado a más de 70 personas aunque no existe certeza de cuántas personas asesinó, ya que inicialmente las autoridades atribuyeron las muertes a un ola de suicidios. Tiempo después, la alarma social causada por tantas muertes, provocó que el acueducto fuera cerrado durante décadas.



Con el cierre del acueducto, Alves se vio obligado a cambiar su forma de matar y formó una cuadrilla de maleantes que ya habían participado puntualmente en alguno de sus crímenes del acueducto, y con los que prosiguió su carrera sangrienta.

Su nueva etapa criminal duró poco tiempo siendo apresado y condenado a muerte en 1840 por el asalto y asesinato de la familia de un médico. Alves, sin embargo nunca fue condenado por sus crímenes del acueducto.

La última sentencia de muerte

Diego Alves fue ahorcado a las dos y cuarto de la tarde un 19 de febrero de 1841. Esta fecha quedó señalada para la historia de Portugal ya que fue el último reo condenado a muerte en territorio portugués.

Tras su ejecución, algunos científicos de la Escuela Médico Quirúrgica de Lisboa decapitaron al finado con el objetivo de estudiar las posibles causas de la maldad. Como es obvio, no consiguieron grandes resultados.

La cabeza embalsamada de Alves, todavía se conserva en una solución de formol en la Facultad de Medicina de Lisboa. 


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