Yoji Ookata obtuvo su licencia de buceo a los 21 años. Al mismo tiempo, se compró su primera cámara capaz de hacer fotos bajo el agua. A los 39, finalmente decidió dar un giro a su vida abandonando su trabajo y convirtiéndose en un profesional de la fotografía submarina.
Pero, incluso para un hombre tan experimentado como Yoji, en una inmersión rutinaria a unos 80 metros, pudo ver algo insólito que jamás había visto antes: unos extraños círculos grabados en la arena del fondo submarino. Mosaicos de una extraordinaria simetría y belleza que dibujaban el fondo arenoso del mar.
Un artista insólito
Las cámaras submarinas pronto detectaron al autor de estos mosaicos, un pequeño pez globo, un manjar muy apreciado en Japón pese a ser venenoso, que con su cuerpo iba dibujando día y noche los misteriosos círculos. Incluso, el pez llega a “decorar" el mosaico con algunas conchas y piedras de pequeño tamaño. Sin duda, todo un artista.
Análisis posteriores revelaron que el pez globo utiliza estos círculos como estrategia para atraer a las hembras y para proteger a las crías de las corrientes marinas.
Este hallazgo evidencia que el arte no es exclusivo del ser humano y que la naturaleza es capaz de plasmar la belleza de modos inverosímiles
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