miércoles, 10 de marzo de 2021

Nijü Hibakusha, los que sobrevivieron a las dos bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki

En 1945, dos bombas atómicas fueron lanzadas en Hiroshima y Nagasaki. Algunas personas sobrevivieron, no solo a uno, sino a los dos ataques. Son los llamados Nijü Hibakusha: los que sobrevivieron a las dos bombas. 

Son personas especiales. Tradicionalmente, en Japón se cree que fueron ocho, los llamados “ocho afortunados” pero se sospecha que hubo más, en torno a unos 160. Sin embargo, solo uno fue reconocido por el gobierno japonés ya que el otro superviviente localizado e identificado, Enemo Kawaguki, murió en 1957 en un hospital de Nagasaki. 

La historia del hombre que sobrevivió a dos ataques nucleares

A la edad de 29 años, Tsutomo Yamaguchi sobrevivió a las dos bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945. Parecía casi imposible que alguien hubiera quedado vivo, sin embargo la barbarie nuclear no pudo con él, y murió a los 93 años de edad a causa de un cáncer de estómago, sesenta y cuatro años después. Fue el Nijü Hibakusha que más tarde murió. 

El ingeniero Tsutomo Yamaguchi

Yamaguchi viajaba a Hiroshima por negocios aquel fatídico 6 de agosto de 1945 cuando la primera bomba fue lanzada. En aquellos días, trabajaba como ingeniero en la compañía Mitsubishi – curiosamente igual que el citado Enemo Kawaguki, el otro Nijü Hibakusha reconocido después de muerto- y, cuando volvía de vuelta a Nagasaki, se dio cuenta que había olvidado el billete de tren en el hotel donde se alojaba.

La primera bomba 

Cuando regresó, ya con el billete a la estación para coger el tren, se percató de dos pequeños paracaídas que estaban cayendo sobre la ciudad y fue entonces cuando una luminosidad que hacía daño a los ojos y un viento muy caliente comenzó a arreciar. Todas las personas y cosas que había a su alrededor en ese momento desaparecieron o quedaron carbonizadas. Milagrosamente, Yamaguchi volvió a nacer de forma inexplicable. 

Solo estaba a tres kilómetros de la explosión. De forma insólita, “solo” sufrió ceguera temporal, rotura de tímpanos y quemaduras de tercer grado en la parte superior de su cuerpo. A pesar de todo, tras permanecer unos minutos inconsciente, logró orientarse tras la explosión y buscó un lugar donde poder respirar y recibir los primeros auxilios. Parecía increíble pero solo tres días después de la explosión volvió a su puesto de trabajo en Mitsubishi. 

La segunda bomba sobre Nagasaki

En el país del sol naciente, nadie pensó que días después una nueva bomba fuese lanzada, y menos en Nagasaki, ya que era la ciudad donde se concentraba la mayor cantidad de cristianos de todo Japón. Al gobierno japonés le resultaba inverosímil que los Estados Unidos, país tradicionalmente cristiano, lanzase un ataque tan letal contra personas de confesaban la religión occidental por excelencia. 

La pesadilla de Yamaguchi

Pero se equivocaron. Yamaguchi regresó a su trabajo en Nagasaki y cuando aún relataba a sus incrédulos compañeros lo sucedido una nueva bomba atómica fue lanzada. El ingeniero rápidamente – ya familiarizado con la situación - se protegió debajo de una mesa. Sus daños fueron leves, probablemente, a causa de encontrarse separado del centro de la explosión por varios ríos y corrientes de agua que impidieron el desplazamiento del fuego. Años más tarde, Yamaguchi declaró: “por unos instantes pensé que aquella nube con forma de seta me estaba siguiendo solo a mí”.

Apocalipsis nuclear


Las dos bombas explosionaron en las regiones centrales Hiroshima y Nagasaki, casualmente, en ambas ocasiones, a la misma distancia – tres Kilómetros – de donde se encontraba Yamaguchi. El mayor problema tras la explosión fue la alta radiación y la falta de medicamentos y medios materiales para tratar a toda la población quemada por la explosión. Japón estaba colapsada, ya que días antes, además, Tokio había sido bombardeado por los norteamericanos.

Las secuelas de las bombas atómicas

A pesar de la brutalidad del ataque, las secuelas del ingeniero no fueron muy graves, a pesar de la radiación a la que había estado sometido. Perdió, además, el oído izquierdo y, durante un tiempo, perdió todo su cabello. Aun así, tuvo una vida plena: se llegó a casar y tuvo varios hijos con una salud envidiable. 

Durante el resto de su vida, el ingeniero Yamaguchi solo se registró sólo como superviviente de la bomba de Nagasaki por respeto a las muchísimas víctimas de la tragedia. Sin duda, Yamaguchi fue un verdadero elegido.

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