lunes, 6 de junio de 2016

Ali Agca y el atentado de Juan Pablo II ¿una conspiración?

Aquel 13 de mayo de 1981 nada hacía presagiar la tragedia que se avecinaba. Juan Pablo II almorzó al mediodía para posteriormente dirigirse al Palacio Apostólico y celebrar la audiencia semanal a las 17 horas en la Plaza de San Pedro.

Aquel día, el Papa rehusó llevar escolta y se subió en una plataforma móvil. Le seguían de cerca Camilo Cibin, jefe de seguridad y guardaespaldas del pontífice, dos agentes de seguridad y cuatro miembros de la guardia suiza.

Una amenaza latente

Meses antes, el arzobispo Luigi Poggi, jefe de la delegación de la Santa Sede ante el gobierno de Polonia y director de la Santa Alianza o servicios secretos vaticanos, informó a Cibin de una presunta trama de las distintas agencias de inteligencia que conformaban el Pacto de Varsovia para atentar contra el Papa, por lo que había orden de extremar las medidas de seguridad, unas medidas que demostraron ser insuficientes.

Un asesinato frustrado

A las 17:18, poco después de que el Papa alzase en brazos a un niña, sonó el primer disparo en la Plaza de San Pedro. Juan Pablo II comenzó a tambalearse. La bala disparada por el joven turco, Mehmet Ali Agca le perfora el estomago y le causa múltiples daños en el intestino.

Segundos después se oyó el segundo disparo, cuya bala hirió al Papa en la mano derecha, y un instante después, una tercera detonación impactó en su brazo. El conductor de la plataforma móvil miró hacia atrás sin percatarse de lo sucedido y vio a Cibin sujetando la cabeza de Papa en medio de un charco de sangre, gritando a los escoltas armados que detectasen al tirador entre la multitud.

Ali Agca salió corriendo armado con una Browning automática de 9 mm pero tras recorrrer unos pocos metros, una zancadilla le hizo caer. Era un agente de la policía italiana que estaba dando un paseo por la plaza quien le detuvo. Al instante, varios agentes papales cayeron sobre él, le desarmaron y lo esposaron de inmediato.

El Milagro de Fátima

Mientras, el precursor del "Papamóvil" se dirigió a toda velocidad hacia la Puerta de Bronce para introducir al pontífice en una ambulancia. De allí partieron hasta la cercana clínica Gemelli de Roma donde ingresó de urgencia. Una vez en el hospital, le rasgaron la blanca sotana quedando al descubierto una medalla de oro y una cruz manchada de sangre. Curiosamente, la medalla había sido doblada por el impacto de una de las balas. Al parecer, el proyectil iba directo al pecho y la medalla desvió la bala para alojándose en una de las manos. Cuando Juan Pablo II recuperó la consciencia después de seis horas de intervención quirúrgica, aseguró que su salvación fue gracias a la intervención de la Virgen de Fátima.

La investigación: solo indicios, ninguna prueba

Durante muchos meses después, los servicios secretos vaticanos buscaron, con la ayuda de la CIA, el Mossad, los servicios secretos alemanes, turcos y austriacos, cualquier pista que les llevara a conocer quien dio la orden de disparar sobre el Papa, pero las primeras investigaciones fueron en vano. No había ninguna evidencia. Toda prueba apuntaba a que era obra de un solo hombre: Mehmet Ali Agca, el cual, fue condenado en solitario a cadena perpetua. Pero poco a poco, los indicios apuntaron a alguien más.

La diferentes teorías: la CIA y el Mossad

A pesar de no haber pruebas, para la CIA, el responsable máximo del atentado era la KGB por el apoyo expreso del Papa al sindicato polaco "Solidaridad" contrario al régimen comunista polaco -esta misma versión es defendida también por la escritora Claire Sterling en su libro "The Time of the assassins"-.

El Mossad israelí, sin embargo, tenía otra teoría. Así se asegura en la obra "The History of Mossad" del escritor Gordon Thomas. Durante meses, el espía papal tuvo contactos directos en Viena, Varsovia, París y Sofía, primero con Yizhak Hofi, el memuneh del Mossad y luego con su sucesor.

Para los servicios secretos de Israel no había duda, el asesinato fue preparado en Teherán y ordenado en última instancia por el Ayatolah Jomeini, como un primer paso para el inicio de la Yihad contra Occidente. Esta versión también es defendida por el periodista ruso Eduard Kovailov, como refleja su libro "Atentado en la Plaza de San Pedro". Irán no dejó puntada sin hijo: si Agca fracasaba, como así fue, se le presentaría ante la opinión pública como un fanático loco y solitario.

Esta teoría sobre Irán también coincide con lo publicado en el libro de Agca "Me prometieron el paraiso: mi vida y la verdad sobre el atentado del Papa".

Un único culpable

Mehmet Ali Agca nació en la aldea de Hekhiman, al este de Turquía. Con 19 años se unió a los 'Lobos grises', grupo ultranacionalista turco, y en febrero de 1979 asesinó a un conocido periodista turco de izquierdas y pro occidental. Después de su asesinato, el periódico recibió una carta supuestamente escrita por Agca, en la cual se refería a Juan Pablo II como comandante de las cruzadas, y amenazaba con su muerte si alguna vez pisaba suelo musulmán.

La conexión búlgara

En febrero de 1981, Agca viajó a Bulgaria para reunirse presuntamente con agentes del servicio secreto búlgaro. Esta reunión fue la excusa perfecta para William Casey, director de la CIA para crear la denominada "conexión búlgara", la cual narraba la teoría de que el KGB ordenó a los búlgaros preparar un atentado contra el sumo pontífice por su política a favor de la apertura en Polonia y del sindicato "Solidaridad". Teoría que nunca pudo ser demostrada ni siquiera tras la caída del comunismo en Rusia.

El encuentro de Ali Agca con el Papa

El 25 de diciembre de 1983, el Papa tuvo la oportunidad de preguntarle directamente a Agca en la prisión de Rebibbia esta y otras cuestiones relacionadas con el atentado. Al verle, el turco sonrió y le beso el anillo papal . Ambos se sentaron rozando casi sus cabezas. Agca comenzó a susurrar al oído del Papa, que escuchaba atentamente lo que le decía, a la vez que su rostro se mostraba más serio según avanzaba la conversación. Finalmente, según parece, Juan Pablo II sí obtuvo respuestas para sus preguntas, las cuales, no salieron a la luz salvo velados retazos de las mismas.

Años más tarde de este encuentro, el propio Monseñor Poggi, explicaba: "Ali Agca sabe ciertas cosas pero hasta un determinado nivel. Más allá de ese nivel, él no sabe nada. Si se trató de una conspiración, fue planeada de forma muy profesional ya que nunca dejaron prueba alguna. Nadie encontró absolutamente nada."

El silencio del Vaticano

Pocos años después del atentado, y tras el encuentro entre el Papa y Agca, Juan Pablo II ordenó al Monseñor Luigi Poggi y a la Santa Alianza, que cesase cualquier investigación del atentado. Y así fue, el 24 de diciembre de 1983, dos agentes de la Santa Alianza, escoltados por cuatro miembros de la Guardia Suiza, transportaron en varias cajas cerradas y selladas con el escudo pontificio hasta el Archivo Secreto Vaticano, todos los documentos relacionados con el atentado de la Plaza de San Pedro, donde aún continúan.

En libertad

Ali Agca fue liberado en enero de 2010, después de haber pasado más de 25 años en cárceles italianas y turcas. Nunca se arrepintió del atentado ya que, según él: "hay una diferencia incalculable entre un milagro divino, como ocurrió aquel día y el crimen psicópata injustificable como el asesinato de Aldo Moro", afirmaba Agca recordando el asesinato del destacado primer ministro italiano secuestrado y asesinado por las Brigadas Rojas.

¿Es Ali Agca un enfermo mental?

Mientras tanto, Ali Agca durante todo este tiempo ha querido demostrar, o fingir, una presunta enfermedad mental con declaraciones contradictorias, delirantes y mesiánicas (llego a compararse incluso con Jesucristo denominándose como un nuevo Mesías). "Si definimos la santidad como un modelo humano para mostrar a toda la humanidad, entonces Juan Pablo II merece ser considerado la mejor persona del siglo...", comentaba Agca en una de sus últimas entrevistas, "...pero solo hay un santo que es Dios. Endiosar a un ser humano es un pecado imperdonable contra Dios", señaló días antes de la canonización de Juan Pablo II. El turco confirmó, además, que tenía verdadera intención de asesinar al Papa: " yo quería matarle, y suicidarme después, o incluso exponerme a morir linchado, Pero después de muchos años entendí que Dios, aquel día, había hecho un milagro."

El extraño caso de Enmanuela Orlandi

En el 2014 se decretó su expulsión de territorio italiano, días después de haber despositado unas flores en la tumba de Juan Pablo II. El juez decretó su expulsión pese a los intentos de que fuera citado a declarar por la misteriosa desaparición en 1983 de Enmanuela Orlandi, que entonces tenía 15 años de edad, hija de un funcionario vaticano y cuyo caso continua abierto,

A este respecto, Agca declaró: "algunos servicios secretos occidentales saben perfectamente que Enmanuela Orlandi esta en manos del gobierno vaticano. El Papa Francisco podría ordenar su liberación inmediata, ya que ella probablemente la tengan escondida en un convento de clausura".

Sin embargo, años después, juró y perjuró que el Vaticano nada tenía que ver, que seguía viva, que continuaba profesando la fe católica y que residía en Turquía.

Sin duda, el atentado del Papa y todo lo que rodea al mismo está agazapado en múltiples incógnitas. ¿Está Ali Agca verdaderamente loco? ¿Está fingiendo?... ¿Actuó solo o en compañía de otros?. La verdad parece que nunca saldrá a la luz; una verdad custodiada probablemente para siempre en un secreto rincón del Vaticano.

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