domingo, 30 de agosto de 2020

Mijail Koltsov, el hombre de Stalin durante la Guerra Cívil española

Propagandista incansable, agitador, comunista a ultranza... Mijail Koltsov solía afirmar que "un periodista soviético debía ser partícipe de la historia sobre la que escribe". 

Koltsov, hijo de un zapatero judío y hermano del caricaturista Boris Efimovich, nació en Kiev el 12 de junio de 1893. Tras participar en la revolución rusa y unirse al partido bolchevique en 1918, supo combinar sus dos pasiones: el periodismo y la militancia políti­ca. 
Así, se convirtió muy pronto en una de las figuras clave de la élite intelectual soviética y segu­ramente en el reportero más fa­moso de su país, especialmente a través de sus artículos y ensayos satíricos. 

Corresponsal en la Guerra Cívil 

Eso si, no fue el buen hacer como "plumilla" lo que le granjeó fama, respeto y temor en­tre la clase política soviética, sino el destacado papel que desempe­ñó en la Guerra Civil española. Koltsov fue miembro del consejo editorial del diado Pravda y pre­cisamente como corresponsal de este medio viajó a España para cubrir la contienda.

Contacto directo con el Kremlin desde España

Como en muchos otros aspec­tos, nuestro país se convirtió en­tonces en un excelente campo de pruebas para testar todo lo que se refería a la propaganda bélica. Entre agosto de 1936 y sep­tiembre de 1937, Koltsov, que mantenía contacto directo con el Kremlin, se movió con total libertad en el bando republica­no, colaboró con los medios afines a este, organizó la censura y se desplazó al frente desde el que puntualmente enviaba sus informaciones, aunque en ocasiones suma­mente adornadas. Y es que no sólo se entrevistó con Durruti, Azaña, Largo Ca­ballero o Negrín, sino que estuvo presente en algunos importantes combates, co­mo el asedio del Alcázar o la batalla de Guadalajara. 

Protagonista de su obra 

En el Segundo Congreso de Escritores Antifascistas, celebrado en Valencia, Madrid,  Barcelona y clausurado en París, el periodista soviético de­jó clara su postura: "el escritor debe combatir con la palabra, pero hay ocasiones en las que se ve obligado a convertirse en protagonista de su obra". 

El propio Kol­tsov no ocultó que par­ticipaba en las reuniones que Alvarez del Vayo, Comisario General de Guerra  mantenía con sus subcomisarios. Arturo Barea, director de la Oficina de Prensa Extranjera en Madrid, llegó a señalar incluso que ejercía en el comisariado una autoridad difícilmente comprensi­ble en un simple corresponsal. 

Un fatídico fin por los servicios prestados a Stalin 

En 1938, tras la publicación de su Diario de la guerra española, Koltsov, que ya se encontraba en Moscú, fue arrestado por "antiso­viético" y por "actividades terro­ristas". De esta forma, uno de los principales agentes de Stalin en la España republicana tuvo el mis­mo final que muchos otros de sus compatriotas: el encarcelamiento y posterior ejecución por orden del propio dicta­dor. Y eso que poco antes Stalin había compartido con Koltsov su palco en una función del Bolshoi. 

Acusado de traición

Buceando en los archivos de la KGB que se hicieron públicos tras la desintegración de la URSS, el periodista e historiador Boris Sopelniak planteó que Andre Marty, la máxima autoridad de las Briga­das internacionales, pudo ser su denunciante. 

De hecho, había en­viado una carta a Moscú en la que, por una parte, llamaba la atención sobre las acciones de Koltsov, co­mo "su intromisión en los asuntos militares" y, por otra, lo situaba en la órbita de la organización trotskista POUM. 

Además, Marty señalaba que creía firmemente que María Oslen, esposa civil del periodista, era "agente secreto de los servicios de inteligencia ale­manes". Y remataba: "Estoy con­vencido de que muchos desaparecieron durante los combates como consecuencia de su trabajo de espía"

Así las cosas, y pese a que la fidelidad de Koltsov a Stalin y a su política parecían inquebrantables, fue sentenciado a muerte y fusilado, según algu­nas fuentes, en abril de 1942. 

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