jueves, 31 de mayo de 2018

Krishnamurti: cuando el maestro es uno mismo

Krishnamurti no fundó iglesia alguna ya que las consideraba "creencias petrificadas" y aseguraba que cualquier jerarquía destruía el pensamiento libre. 


Bernard Shaw le definió como “una figura religiosa de la más alta distinción”, añadiendo una frase que pasaría a la posteridad: “Krishnamurti es el ser más maravilloso que he conocido nunca”. 

Y sin duda, así era, honesto y coherente consigo mismo, su figura fue venerada por todo el mundo y sus enseñanzas fueron seguidas por miles de incondicionales.

Biografía y vida de Jiddu Krishnamurti

Nació en 1895 en Madnapalle, La India, y murió en California en 1986 a la edad de 90 años, un mes después de impartir una conferencia en la ONU sobre la paz y la consciencia. Aunque era de origen hindú siempre se consideró un ciudadano del mundo, compaginando a la perfección el pensamiento oriental con el occidental.

Nace un líder espiritual 

Nadie imaginaba que aquel niño llegaría a ser, con el tiempo, un verdadero líder espiritual. Leadbeater, el cual aseguraba que era capaz de ver el astral de las personas, afirmaba con rotundidad que aquel niño tenía un aura perfecta. Por ello, se entrevistó con los padres para que consintieran que la Sociedad Teosófica se encargase de la educación de Krishnamurti, a lo que accedieron inmediatamente al considerarlo una gran oportunidad para su hijo. Krishnamurti solo puso una condición: que su hermano, al que estaba muy unido, le acompañara a Londres.

El nuevo Mesías 


Así comienza el devenir de Krishnamurti, que, bajo la tutela del propio Leadbeater y la presidenta de la Sociedad Teosófica, Annie Besant, recibiría una esmerada educación y una completa enseñanza en todas las materias, formándose, incluso, en la costumbres y tradiciones de la sociedad occidental con un único objetivo: ser mostrado al mundo como el nuevo Mesías.

La Sociedad Teosófica

Fue fundada por Helena Petrovna Blavatsky y Henry Steel Olcott, un investigador psíquico norteamericano. El objetivo de la sociedad era estudiar la sabiduría arcana y ahondar en los misterios de la naturaleza y la mente humana. Pronto, la sociedad aumentó el número de adeptos y se relacionaron con círculos vinculados al esoterismo que planteaban, en aquellos días, la posible llegada de un nuevo Mesías o instructor del mundo. En 1907, después de la muerte del Olcott, Annie Besant se convirtió en la presidenta, la cual, con la ayuda de Leadbeater, preparó la llegada del nuevo Mesías, el “Bodhisattva Maitreya”, encarnado en Krishnamurti.

Krishnamurti, el instructor del mundo

“Maitreya” fue mostrado en los ambientes más selectos de la sociedad británica, algunos de cuyos miembros eran socios de la Sociedad Teosófica. Asistía a galas donde era el centro de la atención, pero pronto, Krishnamurti comenzó su afición por los coches y la ropa cara; parecía haber olvidado completamente su destino espiritual. En una reunión, le preguntaron como sobrellevaba ser la encarnación de una deidad, a lo que contestó riendo: “Yo diría es una dura carga ya que lo que me preocupa en estos momentos es quien va a ganar Wimblendon”. Krishnamurti mostraba una actitud irónica bordeando el cinismo, lejos de la espiritualidad exigida al nuevo Mesías.

El despertar espiritual de Krishnamurti 

En 1922 se trasladó, acompañado por su hermano, a Ojai, California, donde tuvo lugar un despertar espiritual que cambió el curso de su vida. En aquellos días, Krishnamurti sufría desmayos, fuertes dolores en el cuello y de espalda. Estos sucesos, años más tarde, serían interpretados como males necesarios para su transformación espiritual. Tres años después, en 1925, sus males se acrecientan con la muerte de su hermano lo que le sumerge en un estado de postración. Durante ese periodo aumenta su descontento con la Teosofía y sus prácticas.

Krishnamurti abandona la Sociedad Teosófica

Algunos teosóficos vieron en él un posible líder espiritual pero nunca a un nuevo Mesías, motivo que provocó una escisión en la sociedad y que se agravó, cuando en 1929, tras la muerte de su hermano, Krishnamurti rehusó ser una deidad y abandonó la Sociedad Teosófica para siempre. "La verdad es una tierra sin caminos" proclamó antes sus fieles antes de comenzar su nueva andadura: “mi único objetivo es hacer al hombre absoluta e incondicionalmente libre".

Un ciudadano del mundo que rechaza su condición de gurú 

Durante el resto de su vida, Krishnamurti viajó a lo largo y ancho del mundo transmitiendo sus enseñanzas, rechazando siempre la adulación y su presunta condición de gurú. Fijo su residencia permanente en Ojai, donde vivió durante ocho años, tras la muerte de su hermano, en un relativo aislamiento. Se alejó de las doctrinas teosóficas y comenzó a fraguarse el verdadero Krishnamurti, el que pasaría a la posteridad; aquel que proclamaba que no existía doctrina alguna y cada uno debe aprender de su entorno y siempre de manera individual.

Krishnamurti, un icono hippie 

En Ojai, California, alternó con grandes celebridades de la época que solían pasear y dialogar con él durante horas: Greta Garbo, Charles Chaplin, el Dalai Lama, Nehru, entre muchos otros. Llegó a ser, incluso, durante la década de los 60 y principio de los 70, uno de los íconos espirituales del movimiento hippie.

Obra de Krishnamurti 

Fue autor de multitud de libros, entre ellos, “A lo pies del maestro”, “La libertad primera y última”, “La única revolución”, “Las notas de Krishnamurti”, “Comentarios sobre el vivir”, “El arte de vivir”, así hasta más de 60 publicaciones que completan su obra.

Krishnamurti, sin duda, fue una de las figuras espirituales y filosóficas más importantes del siglo XX. Aldous Huxley, escritor, filósofo y uno de los pioneros de la psicodelia, dijo de él: “fue de lo más impresionante que he oído nunca. Era como escuchar un discurso del propio Buda con tanta fuerza y autoridad como si lo hubiera pronunciado él mismo.”


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