El turismo es uno de los factores económicos más importantes de España desde hace más de cuarenta años.
La evolución del turismo en España nace de forma tardía respecto a Europa, concretamente a finales del siglo XIX.
El turismo en España a finales del siglo XIX: los balnearios
Puerto Banús, Marbella |
Algunos de estos balnearios como el caso de Panticosa o Mondariz, se convirtieron en una especie de mini ciudades con iglesias, tiendas, oficinas de correos y zona residencial para el servicio doméstico, el cual, acompañaba a las pudientes familias durante su estancia.
Las primeras asociaciones de montañismo: germen del actual turismo rural
Se puede decir que los balnearios surgieron con propósitos terapéuticos aunque su elevado coste aún era prohibitivo para la mayoría de las familias acomodadas españolas. Con los mismos propósitos surgieron las primeras sociedades de montañismo y excursionistas, aunque poseían un cierto cariz científico en sus orígenes. De estos clubes nació lo que hoy conocemos como turismo rural: el acercamiento al campo y su modo de vida, primero desde un punto de vista científico y posteriormente terapéutico.
Excursiones y el turismo económico
Esto indujo a que los primeros turistas se organizaran en este tipo de sociedades, los cuales abonaban sus cuotas respectivas con la función de ofrecer excursiones de al menos un día por las zonas naturales más bellas próximas a sus lugares de residencia y la posibilidad de almorzar y pasar el día en un lugar idílico a poca distancia de su domicilio. Un turismo sin duda más económico que aún se conserva en la actualidad.
Las playas: lugar de esparcimiento
Sin embargo, en el primer cuarto del siglo XX nace entre la población un inusitado interés por las playas. El beneficio de la salubridad del agua de mar – de nuevo un origen terapéutico – convirtieron las playas en balnearios al aire libre mucho más económicos. Así, lugares como el Sardinero en Santander, o La Concha en San Sebastián, se convirtieron en el origen de lo que hoy denominamos “veraneo”. Allí, la afluencia de bañistas era considerable en el periodo estival, quizás por la cantidad de servicios que ofrecían ambas ciudades y la asistencia a ellas de miembros de las casas reales y alta nobleza. Resulta extravagante ante nuestros ojos las costumbres de estos primeros bañistas: se zambullían sólo una vez al día y una inmersión total que duraba sólo unos segundos, a veces ayudados por un bañero. Asimismo, sus estrafalarios trajes de baño de dos piezas de lana, que cubrían brazos y piernas, causaban furor en aquellos días y asombro en la actualidad.
Desarrollo de la industria turística
Poco a poco alrededor de las playas se fue generando una industria turística basada en una mejora de la oferta: creación de redes hoteleras de lujo, restaurantes, estafetas, mejora en los transportes – ferrocarril fundamentalmente –, guías de alojamiento. Es en los años treinta cuando nacen las primeras oficinas de turismo y la implicación del estado en este nuevo fenómeno es mayor, a sabiendas del enorme potencial de divisas que este nuevo fenómeno generaba. Esta implicación provocó un aumento de las infraestructuras, ofertas de ocio y la diversificación de los tradicionales focos turísticos de costa a otros lugares como Barcelona, Málaga, Mallorca, que poco a poco arrebatarían su posición predominante a Santander o San Sebastián. Podemos decir, sin lugar a dudas que este periodo es el llamado primer boom turístico en España.
Periodo de oscuridad: guerra civil y posguerra
El periodo de guerra civil y la posguerra interrumpió el desarrollo turístico del país anulándolo en su totalidad. Los férreos controles, la prohibición de divisas, las infraestructuras destrozadas y la pobreza generalizada provocaron el hundimiento del turismo español. Tras un periodo de oscuridad que duró algo más de quince años comienza el denominado resurgimiento turístico que se consolidaría paulatinamente hasta nuestros días.
Evolución del turismo hasta la actualidad
En la década de los 50, el régimen de Franco luchó porque España saliera de su aislacionismo e intentó por todos los medios abrirse al exterior incentivando el turismo y propiciando la llegada de inversores extranjeros que escudriñaron nuestras baldías costas en busca de rentables inversiones; se retomó el cambio de divisas, se reanudaron los cruceros, la inversión en ferrocarril y por vez primera, se creó el primer ministerio de información y turismo.
Nuevos destinos, nuevas costas: Costa Blanca, Costa del Sol, Costa Brava
Playa del sardinero (Santander) |
Todas estas medidas dieron su fruto a mediados de la década de los sesenta, surgiendo nuevas zonas turísticas de la nada en el litoral español: la Costa Brava en Cataluña, la Costa Blanca en el Levante o la Costa del Sol en Málaga. Este desmesurado crecimiento en muy poco tiempo provocó una edificación desmedida y mal planificada de inmuebles incluso a escasos metros de la playa. En este desorden urbanístico se desarrollaron localidades como Benidorm o Torremolinos. Incluso actualmente sufrimos esas consecuencias – ver ley de costas –.
Con la llegada del desarrollo al país, los españoles empezaron a viajar en masa a las playas. El aumento del nivel de vida y del poder adquisitivo, el desarrollo del transporte y del automóvil ha provocado que los españoles formaran parte de ese turismo que sustenta actualmente gran parte de nuestro PIB y que es vital para la supervivencia de la economía española.
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