Atacado varias veces a lo largo de su historia, el imperio jemer sucumbió en el siglo XV y su antigua capital cayó en el abandono, hasta que Henri Mouhot la redescubrió en 1860.
Casi un centenar de templos se oculta entre la jungla camboyana. Estas construcciones sagradas de hace ocho siglos intentan sobrevivir ante el feroz ataque de la vegetación tropical.
Los monarcas jemeres
Preah Khan es sólo uno del casi centenar de templos que adornan este rincón bañado por el lago Tonle Sap y a escasos kilómetros de la población de Siem Reap. Y es que, entre los siglos XIII y XIV, los monarcas jemeres eligieron este enclave para levantar sus sucesivas capitales. Hubo, por supuesto, viviendas y palacios, aunque, edificados con materiales perecederos como la madera, que acabaron sucumbiendo al ataque de la jungla.
Del hinduismo al budismo
Los santuarios eran hinduistas como sus constructores, pero al final del siglo XV pasaron a honrar a las deidades budistas: así, las construcciones de las primeras épocas siguen un mismo patrón, con una torre central que simboliza el Monte Meru o morada de los dioses del hinduismo, como Shiva o Vishnu. El ejemplo más impresionante es Angkor Wat, con su perfecta simetría y muros decorados por miles de figuras en bajorrelieve.
De la etapa budista destaca el Bayón, el principal templo del complejo amurallado de Angkor Thom. Desde la distancia es como un informe montículo pétreo, pero al acercarse se distinguen sus 54 torres, cada una formada por cuatro enormes caras del Buda de la Compasión.
Hasta Siem Reap llegan vuelos desde Bangkok, Hanoi y otras capitales del sudeste asiático. Otra posibilidad es acceder por barco, remontando el Tonle Sap desde la capital Phnom Penh.
En Siem Reap se alquilan coches con conductor, motos o bicicletas para recorrer el complejo. Si se opta por ir con conductor, este puede servirle de guía, pues conocen a la perfeccion las mejores rutas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario