martes, 14 de abril de 2020

Los acantilados de Napali: un paraiso en Hawai

Kauai, la "isla jardín" del archipiélago, esconde el paisaje más hermoso de Hawai

Los polinesios dicen que las islas Hawai fue­ron creadas por Pele, la diosa que engendra la lava y los volcanes- Los geólogos podrían matizar que se trata de una deidad muy joven: en sólo seis millones de años ha alumbrado 132 islas. Sus evoluciones bajo el lecho oceánico se pueden rastrear como los de un topo en un prado.

Los "montículos" que va dejando forman un arco de 2.600 kilómetros, en el que el extremo noroeste corresponde a la isla más antigua y la punta sures­te a la más moderna. La lava que añora a diario del volcán Kilauea señála la morada actual de Pele.

Volcanes hoy dormidos


Kauai, la primera gran isla que gestó la diosa, se despidió hace mucho tiempo de ella. Dejó de ma­nar la lava y los cráteres, apagados, suavizaron sus formas. A pesar de ello, Kauai acoge el que acaso sea el paisaje más emblemático de Hawai: el valle de Kalalau. Sus cornisas parecen ir más allá de las proporciones áureas. Desde el mirador de Kalalau se hace difícil concebir un enclave tan vertical y a la vez tan relajante y libre de tensión.


Los acantilados 

Cuando esa muralla se abre al mar recibe el nombre de Na Pali ("Los Acantilados"). Puede ad­mirarse en las excursiones en lancha que parten de Hanalei, pero aún es más hermoso recorrer el sen­dero de 18 kilómetros que serpentea por ella. El basalto se reviste entonces de terciopelo esmeral­da, formando un telón ondulado que desciende hasta el mar en una caída de 1.200 metros jalona­da de cascadas. Recorrer ese trayecto equivale a sentirse en La frontera de dos mundos: bajo los pies, una tierra pródiga nos sostiene casi de milagro; al frente, Moana.el nombre polinesio del mar cuando exhibe su azul más profundo.

Se cree que cuando los polinesios llegaron a Hawai desde Tahiti hace unos quince siglos, ésta fue la primera tierra que vieron. Tras su épica na­vegación de 4.000 kilómetros, Hawai les daba la bienvenida por su puerta más gloriosa.

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