Ocho millones de uigures intentan mantener sus antiguas costumbres, a pesar de que sus señas de identidad están prohibidas en China.
En China los números pequeños no existen. Por eso los uigures, a pesar de ser alrededor de ocho millones, no dejan de ser una minoría étnica, una de las cincuenta y cinco con que cuenta el gigante asiático. Residen en el Turkestán Oriental (de nombre oficial Xinjiang), la provincia más grande y occidental del país. Una región de extremos: con tres veces el tamaño de España, la mitad de su territorio es desértico y la otra mitad es alta montaña.
¿Descendientes directos de los hunos?
Hay quien dice de los uigures que son los descendientes directos de los hunos, los ancestros de todas las etnias turcomanas, con las que comparten historia, orígenes y cultura. De ahí su idioma, que pertenece al grupo de lenguas turcas.
Originarios de las estepas que rodean el lago Baíkal (al norte de Mongolia), se trasladaron al Turkestán en el siglo IX, asentándose en los oasis que rodeaban el desierto del Taklamakán. Hicieron florecer ciudades como Kashgar, Khotan o Turlan, enclaves famosos de la Ruta de la Seda, y fueron célebres por sus dotes comerciales y sus conocimientos en medicina tradicional. Aún hoy son excelentes agricultores que cultivan frutas y algodón, y artesanos que trabajan el cuero, la seda y la madera, aunque el petróleo encontrado en su territorio ha tenido como consecuencia la industrialización a marchas forzadas de sus ciudades.
Musulmanes desde el siglo X
Los uigures practicaron el chamanismo y el budismo, y se convirtieron al islam a partir del siglo X. Con aquella nueva religión llegó también el alfabeto árabe, que todavía hoy conservan. A pesar de su arraigada fe musulmana -en su corriente sunita-, la religión se practica de una manera bastante laxa, celebrando incluso festividades como el Newruz y Naadam, de carácter preíslámico. .
Gran parte de los pueblos aún conservan las construcciones tradicionales de adobe, en las que una gran estancia sirve de hogar para toda la familia. En eso no han perdido sus raices nómadas. Tampoco en la música, que forma parte fundamental de sus vidas y des sus celebraciones. Ni en la comida, ya que si bien son agricultores, mucha de su alimentación (arroz, cordero, pan, té con leche) hace honor a su origen trashumante.
En 1867, Yaqub Beq (1820-1877) creó el janato de Kashgar y lo proclamó independiente de la China manchú durante diez años. A pesar de que su reinado fue sangriento y breve, su recuerdo perdura entre los uigures, sobretodo entre aquellos que en 1962, huyendo del hambre y las persecuciones, hallaron refugio en Kazajistán. El nieto de Yaqub Beq, Azat Yakumbek, se ha convertido en líder de la comunidad uigur en esa república ex soviética, formada por unas 250.000 personas.
Corpulentos y de rostro afilado
Los uigures impactan por su fisonomía. Con genes indoeuropeos, resultan corpulentos, de afiladas caras y prominentes pómulos, piel oscura y grandes ojos. Bien diferentes de sus compatriotas los han, mayoritarios en China, que en el año 1949 invadieron el Turkestán. Desde entonces, la bandera del pueblo uigur (igual que la turca, pero con fondo azul celeste) está prohibida, como tantas otras de sus señas de identidad.
Organizaciones en favor de los derechos humanos vienen denunciando los esfuerzos del gobierno de Pekín por imponer su cultura, El sistema más fácil, la colonización de los pueblos, da sus frutos: hace sesenta años, los uigures representaban el 90% de la población. Hoy no llegan al 45%.
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